viernes, 2 de abril de 2021

 

EL SUFRIMIENTO EN LAS DISTINTAS CULTURAS

(III)



EL CRISTIANISMO


I


AÑOS DE PERSECUCIÓN


Para entender la cosmovisión que tuvieron los primeros cristianos acerca del sufrimiento humano, hay que situar el contexto histórico de sus protagonistas, y las dificultades que afrontaron en los tres siglos que siguieron a la muerte de Jesús de Nazaret.


En primer lugar, fue un período de persecuciones que sufrieron, inicialmente promovidas por las autoridades religiosas del Judaísmo, al decidir éstas, que las nuevas creencias en Jesús Nazareno, surgidas en grupos minoritarios de Jerusalén y otras ciudades de Judea, constituían un grave riesgo para la tradición y leyes judía y para el estatus social de los sacerdotes, levitas y escribas. De este modo se describe la oración de los cristianos, suplicantes:

Porque verdaderamente en esta ciudad se han aliado Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra el santo siervo Jesús, a quién has ungido, para realizar lo que en tu poder y en tu sabiduría habías predeterminado que sucediera. Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos que puedan predicar tu Palabra con toda valentía, extendiendo tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios, por el nombre de su santo siervo Jesús.” (Hechos de los Apóstoles 4. 27-31).


Se corresponde con la etapa pre-cristiana de Saulo, judío ferviente y conocedor de los libros del Antiguo Testamento, que persiguió a los primeros cristianos, considerados como una secta herética del Judaísmo, y testigo de la lapidación y muerte de Esteban.

Y gritando a grandes voces se taparon sus oídos, y se arrojaron a una sobre él, y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon. Y los testigos dejaron los vestidos a los pies de un joven llamado Saulo. Y apedrearon a Esteban, que oraba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, gritó con fuerte voz: Señor: no les tengas en cuenta este pecado. Y dicho esto, se durmió. Y Saulo consentía en su muerte.

Surgió en aquel día, una gran persecución contra la iglesia de Jerusalén; y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Y a Esteban le enterraron unos varones piadosos, e hicieron sobre él gran luto. Saulo, en cambio, asolaba la Iglesia, entrando por las casas, y arrastrando hombres y mujeres, los encarcelaba.” (Hechos de los Apostoles 7. 57-59 y 8. 1-3):


En segundo lugar, esta persecución a los cristianos, iniciada con Herodes Antipas, bajo el imperio de Tiberio, prosiguió con Herodes Agripa, rey de Judea, siendo emperadores de Roma, Calígula que murió asesinado en el año 41 d.C, y Claudio, que le sucedió. Se sabe que Herodes Agripa, ordenó degollar al apóstol Santiago, hermano de Juan, y encarcelar a Pedro. (Hechos de los Apóstoles 12.1-3). La persecución contra los cristianos, de la que hay referencias del martirio de Pedro y Pablo en Roma, y que posiblemente aconteció en la década de los 60, se intensificó a raíz del incendio de la ciudad de Roma, en el año 64 d.C, atribuido a ellos, por el emperador Nerón, que ordenó duras medidas contra los cristianos. Durante un largo período, se fueron alternando etapas de mayor o menor tolerancia, hasta el año 250 d.C. en el que Decio, emperador del imperio romano, aprobó un Decreto por el que se ordenaba encarcelar a los cristianos e incautar sus bienes, si no rendían cultos a los dioses de Roma. Aunque es difícil estimar las personas que fueron perseguidas, los historiadores hablan de represalias de los cristianos que formaban parte, incluso, de las legiones romanas, ya fuesen soldados u oficiales y de funcionarios. Sin embargo la mayor persecución tuvo lugar en el año 303 d.C. y siguientes, siendo emperadores Diocleciano y Galerio, al publicar éstos, un Edicto contra los Cristianos, por el que se les prohibía el culto, tener templos, y propiedades, con penas de cárcel e incluso con la pena de muerte, así como el ejercicio de cualquier cargo público, civil o militar. Esta persecución cesó siendo emperadores Constantino y Majencio en 311, y abolida con la publicación del Edicto de Milán en el año 313.


No sólo el recuerdo de la Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret, formó parte, inicialmente de la tradición oral entre las primeras comunidades cristianas y posteriormente, por escrito en la cuatro evangelios: de Marcos, Mateo, Lucas y de Juan, como es bien conocido, lo que perduró en la memoria colectiva; sino también la experiencia vivida por las primeras generaciones de cristianos, con las persecuciones, expolio y muerte, decretadas por las autoridades del imperio romano. Estas circunstancias fueron determinantes, para comprender el significado del sufrimiento en el primer cristianismo y su alcance, en el conjunto de su doctrina, como elemento constitutivo de sus ideas y creencias. No ha sido un elemento marginal en el conjunto de la tradición cristiana, aunque en sí mismo no abarca la totalidad del mensaje cristiano. De otra parte, el legado cultural y religioso del Judaismo, analizado anteriormente, ejerció una influencia muy importante en la formación doctrinal del cristianismo, dado que la educación de Jesús de Nazaret y de los Apóstoles que la hubiesen recibido, sería en sus familias y en las escuelas rabínicas. Es un hecho que el Cristianismo surgió en el seno de la comunidad judía, asentada en Judea y Galilea, anexionadas al imperio romano, desde que Pompeyo las sometió a la dominación de Roma en el año 67 a.C. Por aquellos años, eran emperadores de Roma: Cesar Augusto, bajo cuyo poder nació Jesús de Nazaret; Tiberio, bajo cuyo poder, Jesús de Nazaret fué condenado a la crucifixión en Jerusalen, siendo representante del emperador en Judea, Poncio Pilatos; al que le siguieron sucesivos emperadores: Calígula, Claudio, Nerón y otros. Los principales acontecimientos del Cristianismo, inicialmente, tuvieron lugar bajo el reinado de Herodes el Grande, Arquelao, Herodes Antipas y Herodes Agripa, sobre los territorios a uno y otro lado del río Jordán, (Galilea, Judea, Samaria e Idumea) que reconocían la autoridad y las leyes de Roma.


II


PEDRO Y PABLO: FORJADORES DEL CRISTIANISMO


Se les considera como las dos figuras mas importantes del primer Cristianismo y por esta razón, se analizan algunos aspectos de interés, para el tema que nos ocupa: el sufrimiento. Tanto Pedro, amigo y fiel discípulo de Jesús de Nazaret, desde los primeros momentos de su vida pública, como Pablo, tras su conversión , posterior a los hechos de la Pascua, ofrecen aspectos y matices a considerar.


Respecto de Pedro, en su discurso al pueblo, ofrece un resumen de los hechos relevantes acaecidos en torno a la muerte de Jesús de Nazaret:

Entonces Pedro, tomó la palabra y dijo: Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en cualquier nación, el que le teme y practica la justicia le es grato. Él ha enviado su palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la paz, por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Vosotros sabéis, lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea, después que Juan predicó el bautismo, cómo Dios, a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder; y cómo el pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él; y nosotros somos testigos, de todo lo que hizo en la región de los judíos, y en Jerusalén, a quien llegaron a matar, colgándole de un madero. A éste, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano; a nosotros que comimos y bebimos con él, después que resucitó de entre los muertos.” ( Hechos de los Apóstoles 10.34-41)


Contrapone la imagen del enviado y ungido de Dios, para anunciar la Buena Nueva de la paz a los hijos de Israel, que recorrió los caminos de Judea y Galilea, haciendo el bien y curando a los oprimidos de sus males; con los hechos que finalmente sucedieron en Jerusalén, matando a Jesús, colgado de un madero, máxima pena y humillante, que solía imponerse a los criminales. Esta contraposición de imágenes y hechos, indica que a Jesús de Nazaret, le infligieron al mismo tiempo, un sufrimiento físico hasta la muerte, y un sufrimiento moral por no aceptar su mensaje de paz, entrega y amor al desvalido y enfermo. Y anunciaba Pedro, que, a ese hombre que los judíos despreciaron y mataron, Dios le había resucitado, porque Dios vence al sufrimiento y a la muerte. Aunque en el anterior discurso de Pedro, se indica que la muerte de Jesús tuvo lugar en Jerusalen, sin señalar la responsabilidad y culpabilidad de ese crimen, sin embargo en otros pasajes es más explícito :

Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazareno, hombre acreditado por Dios entre vosotros, con milagros y y señales que Dios obró por medio de él, entre vosotros, como vosotros mismos sabéis; a este que fue entregado según determinado designio y conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de las ataduras de la muerte, pues no era posible que quedase bajo su dominio.”. (Hechos de los Apóstoles 2. 22-24)


Reiteraba Pedro, en otro pasaje, dirigido a los israelitas, su responsabilidad en la muerte de Jesús, y también en la denegación de la prerrogativa de gracia o indulto, que Poncio Pilato deseaba conceder a Jesús; y se la pidieron, por el contrario, a favor de un criminal llamado Barrabás.

El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando éste estaba decidido a ponerle en libertad. Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis que se concediera el perdón a un asesino, y matasteis al autor de la vida. Pero, Dios le resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.” (Hechos de los Apóstoles 3. 13-15)


Para Pedro, la responsabilidad directa de la tortura y de la muerte de Jesús, era tanto del pueblo de Israel como de sus autoridades religiosas y por esta razón anunciaba el perdón a aquellos que se arrepintiesen de sus pecados y de la muerte de Jesús.

Ya se hermanos, que obrasteis por ignorancia, lo mismo que vuestros jefes. Pero Dios dio cumplimento de este modo, a lo que había anunciado por boca de todos los profetas: que su Cristo padecería. Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al que os había sido destinado, Cristo Jesús.“ (Hechos de los Apóstoles 3.17-19):


Al final de su vida, Pedro conoció la persecución contra él y sus hermanos en la fe, intensificada por el emperador Nerón, tras el incendio de la ciudad de Roma en el año 64; y en este contexto, pudiera interpretarse que se hace referencia indirectamente al incendio de Roma al hablar del fuego, pero lo más relevante para él, era compartir ese sufrimiento, con el que padeció con Cristo

Queridos, no os extrañéis del fuego que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño. Más bien alegraos, en la medida que participáis en el sufrimiento de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria. Dichosos de vosotros, si sois injuriados por el nombre de Cristo, pues el Espíritu de gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. Que ninguno de vosotros, tenga que sufrir, ni por criminal, ni por ladrón, ni por malhechor, ni por entrometido, pero si es por cristiano, que no se avergüence, que glorifique a Dios, por llevar este nombre.” ( I Epistola de San Pedro. 4.12- 16)


La vida y la obra de Pablo de Tarso, en la formación del Cristianismo ha sido de una enorme importancia, tanto por la amplitud de su doctrina, como por sus numerosos viajes por ciudades del mediterráneo oriental, anunciando el Evangelio de Jesucristo, y su influencia en las sucesivas generaciones de cristianos de los dos milenios transcurridos. Su vida pasó, de ferviente judío que persiguió a los cristianos, hasta entusiasta seguidor de Jesús de Nazaret, al que personalmente no llegó a conocer; y finalmente, fue a morir en Roma como mártir, probablemente también, en la década de los 60. Su brillante personalidad, respondía a su carácter y forma de ser y a su formación en la tradición de la doctrina del Judaísmo; su capacidad dialéctica y elocuencia llama la atención, en la defensa que hizo de su nueva identidad religiosa, en presencia del procurador romano Félix y del pontífice Ananias, ante la acusación de incitar alborotos y ser jefe de la secta de los nazarenos


Pablo, después de concederle la palabra el procurador, respondió: Yo sé que desde hace muchos años, eres juez de esta nación; por eso voy a exponer mi defensa. Tú mismo lo puedes comprobar. No hace más de doce años que yo subí a Jerusalen, en peregrinación, Y ni en el Templo, ni en las sinagogas, ni por la ciudad me han encontrado discutiendo con nadie, ni alborotando a la gente. Ni pueden tampoco probarte las cosas de que ahora me acusan. En cambio, te confieso que según el Camino, que ellos llaman secta, doy culto al Dios de mis padres, creo en todo lo que se encuentra en la Ley y está escrito en los Profetas, y tengo en Dios la misma esperanza que éstos tienen, de que habrá una resurrección, tanto de l,os justos, como de los pecadores. Por eso, yo también me esfuerzo por tener constantemente una conciencia limpia ante Dios y ante los hombres.” ( Hechos de los Apóstoles 24. 10-16):


Intentaba Pablo, formando parte de la comunidad cristiana, ofrecer una nueva orientación a sus creencias religiosas, sin renunciar a las raices del Judaismo. A esta tarea se dedicó, intentando conciliar la tradición de Moisés y de los Profetas con las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Esta es una de las claves para entender la asunción del legado cultural y religioso de la Antigua Alianza por el Cristianismo, que será llamada Nueva Alianza. El análisis de Pablo acerca del sufrimiento difiere en alguna medida, del formulado por Pedro y elabora un giro teológico, cuya raíz está en la interpretación que hace de la desobediencia de Adán en el Jardín del Edén, tal como queda reflejado:

Por tanto, como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte, y así la muerte alcanzó a todos los hombres, porque todos pecaron; ya antes de la Ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa, no existiendo ley. Sin embargo reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aún sobre los que no pecaron, lo mismo que pecó Adán, el cual es figura del que iba a venir. Más el don no fue como el delito; pues, si por la caída de uno, murieron todos, mucho más la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo, superó en todos.(…..). Por tanto si por la caída de uno, la condenación alcanzó a todos los hombres, así también por la justicia de uno, llega a todos los hombres la justificación de vida.” ( Epístola a los Romanos 5.12- 15):


Con la finalidad de proclamar y resaltar la salvación traída por Jesucristo para todos los hombres, Pablo toma como argumento el pecado de Adán, y la muerte, como castigo. De este modo, si por un sólo hombre, Adán, que pecó, vino la muerte y el sufrimiento a toda la humanidad, igualmente, por un sólo hombre, Jesucristo, vino la salvación. Es un mensaje expresado en un lenguaje de gran sencillez y comprensión, para ser aceptado por los judíos y los gentiles conversos. Pablo, para algunos exégetas, utiliza el paradigma del castigo por el pecado de Adán que se transmite a sus descendientes, tomando literalmente el texto del Génesis. La misma cultura de los dramaturgos griegos, era valedora del castigo de los dioses por los pecados, y que Pablo, probablemente, conocía de sus frecuentes viajes a las ciudades griegas, Esta misma idea, está formulada en la Epístola a los Hebreos, atribuida al apóstol Pablo, aunque no de forma unánime, comparando, de una parte, el sacrificio y la sangre derramada de becerros y machos cabríos, ordenados por Moises, como prueba de la Antigua Alianza, y de otra, la sangre derramada en la cruz por Jesucristo:

Pues debería haber padecido él, muchas veces desde la creación del mundo; más ahora se ha manifestado una sola vez, en la plenitud de los tiempos, para la destrucción del pecado, por el sacrificio de sí mismo. Y del mismo modo, que está establecido que los hombres mueran una sola vez y luego el juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez, para quitar los pecados de muchos, se aparecerá por segunda vez sin pecado, a los que le esperan para su salvación. (Epístola a los Hebreos.9.26-28):


A partir de este enfoque, una importante corriente del Cristianismo ha interpretado que los pecados de la humanidad han sido los causantes de la muerte de Jesucristo, marginando la interpretación de Pedro, antes indicada. Esta interpretación mayoritaria, independientemente de que tenga o no, su fundamento en la Epístola a los Romanos, imputa la responsabilidad y culpabilidad de la muerte de Jesús de Nazaret, a la humanidad por causa de sus pecados, frente a la visión de Pedro, que vivió más estrechamente los hechos, y que de forma clara, atribuía dicha responsabilidad, a las autoridades religiosas judías y al pueblo que exigía su muerte.


III


EL SUFRIMIENTO QUE VIÓ Y VIVIÓ JESÚS


La información que proporciona la lectura de los evangelistas Marcos, Mateo, Lucas y Juan, probablemente escritos por diferentes comunidades cristianas, bajo la advocación de los citados apóstoles, permiten profundizar, en algunos rasgos de la visión que tenía Jesús de Nazaret, acerca del sufrimiento de la humanidad. Cabe señalar varias dimensiones del sufrimiento, con escasas variaciones de unos a otros evangelistas. A saber:

a).- La actitud de Jesús de Nazaret ante el sufrimiento del prójimo y de la gente que le seguía y acompañaba, y su disposición a favor de estas personas, de modo preferente.

b).- El sufrimiento moral de Jesús de Nazaret ante las autoridades religiosas judías y ante Poncio Pilato.

c).- El sufrimiento físico infligido a Jesús de Nazaret por las autoridades religiosas y políticas de su época.


a)- Ante el sufrimiento de las gentes.

En primer lugar, la actitud de Jesús, ante el sufrimiento de las gentes sencillas del pueblo, fue curarles de sus enfermedades y todo tipo de dolencias. Hay, quienes salían a su encuentro, ante las noticias de su presencia y cercanía, pidiendo su curación ( leprosos, ciegos, la hija de Jairo, etc); hay otros, que Jesús encontraba en los senderos y pueblos por los que caminaba (paralítico, hijo de la viuda de Naín, la muerte de Lázaro) en los que, él tomaba la iniciativa. Son numerosos los hechos que se narran y todo ellos contribuyeron a resaltar el poder de sanación y curación que tenía Jesús de Nazaret.

Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, predicando Buena Nueva del Reino y curando todo tipo de enfermedades y toda dolencia en el pueblo. Su fama se extendió por toda Siria; y le traían todos los que se sentían mal, aquejados de diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó. Y le seguía una gran muchedumbre, de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán.” (Mateo 4.23-25).


Asimismo, la respuesta que el propio Jesús dio a la pregunta de los discípulos de Juan el Bautista, era toda una credencial de presentación, en un lenguaje propio de la tradición de los profetas.

¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?. Jesús les respondió. Id y contad a Juan, lo que oís y veis: los ciegos ven, y lo cojos andan, lo leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; y dichoso aquél que no se escandaliza de mí.” (Mateo 11.3-6)


Asimismo, Jesús proclamaba que el Reino de Dios era preferentemente de los que padecían algún tipo de sufrimiento, destacando entre otros:

Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los Cielos. Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan, y digan con mentiras, toda clase de mal contra vosotros, por mi causa.” (Mateo 5.1-11)


Confirmó la opción del que sufre, nuevamente, al anunciar los criterio de la justicia de Dios, al final de los tiempos :

Venid benditos de mi padre, recibid la herencia del reino que está preparada para vosotros, desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; peregrino y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y me vinisteis a ver (Mateo 25.34-37).


b)- Ante el sufrimiento moral personal.

En segundo lugar, se destaca el sufrimiento moral y emocional, de carácter personal, que sufrió Jesús, al ser rechazado y perseguido por las autoridades religiosas judías; tanto de la clase sacerdotal, como de los sectores, en principio con un mayor conocimiento de las leyes de Moisés y de los Profetas: sacerdotes del Templo, levitas, fariseos, escribas y saduceos, a los que quiso convencer de la Buena Nueva del Reino de Dios que él anunciaba. Este sufrimiento debió ser una angustia existencial profunda, como se describe en el huerto de Getsemaní o en el monte de los Olivos, para otro.

Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Y les dijo: Mi espíritu siente tristeza de muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Y adelantándose un poco cayó en tierra y suplicaba así: Padre mio, si es posible, que pase de mi este cáliz, pero no sea como yo quiero, sino como tú.” ( Mateo 26.37-39)


El prendimiento en el huerto de Getsemaní, y su comparecencia ante el Sanedrín, aumentó su angustia y sufrimiento moral, cuando reunidos los sacerdotes, ancianos y escribas formularon acusaciones, seguidas de las palabras del Sumo Sacerdote, que presidía el Sanedrín.

El Sumo Sacerdote le dijo: yo te conjuro por Dios vivo, que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Dícele Jesús: Sí, tú lo has dicho. Y yo declaro que a partir de ahora, veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Padre y venir sobre las nubes del cielo. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y dijo: ¡Ha blasfemado!, ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?. Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?. Respondieron ellos diciendo: Es reo de muerte.” (Mateo 26.62-66)


Finalizada la reunión del Sanedrín, fue entregado a Poncio Pilato, como autoridad representante del poder del emperador de Roma, para que sancionase el veredicto emitido por el Sanedrin, circunstancia que debió producir un sufrimiento aún mayor, al oír el griterío de la gente enviada por las autoridades religiosas, pidiendo la pena de crucifixión, a fin de presionar y coaccionar a Poncio Pilato, que habia ofrecido el indulto a Jesús. Y aquél aceptó la coacción y el chantaje cuestionando las mismas leyes romanas: la condena de un hombre justo, consciente de su inocencia.


c)- Ante el sufrimiento físico personal.

Por último, en los distintos evangelistas se narran los hechos de la Pasión y Muerte de Jesús, con gran detalle, poniendo de manifiesto el sufrimiento físico infligido por los soldados, al ser azotado, coronado con espinas, y con la cruz sobre sus hombros, hasta el lugar de la crucifixión, a quien se podía aplicar el anuncio del profeta (Isaias 53.3-4) : “Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias”. La muerte de cruz en la época de los romanos, era aplicada a los delitos muy graves, generalmente de sangre, y en este caso, lo fue por una acusación religiosa totalmente injusta. Llama poderosamente la atención, la fuerte atracción y profundo respeto que en el Cristianismo se ha tenido a la imagen del crucificado, como símbolo de todo tipo de sufrimiento y crueldad del justo e inocente.












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