EL SUFRIMIENTO EN LAS DISTINTAS CULTURAS
(IV)
EL CRISTIANISMO
I
CONCEPTOS Y CATEGORIAS CULTURALES
Son varias las cuestiones que se plantean en el pensamiento cristiano y sobre las que, al menos, conviene reflexionar.
a)- La doctrina del Concilio Vaticano II: los contextos culturales y el lenguaje de la Biblia.
b)- El valor de los conceptos y categorías culturales del Judaísmo de la antigüedad y su influencia en la formación del pensamiento y expresión cultural del Cristianismo posterior.
c)- Las divergencias del Cristianismo, respecto de las categorías culturales, del Judaísmo.
a)- El lenguaje y las categorías culturales en el Vaticano II.
Respecto de la cuestión relativa a las formas y lenguaje a través de los que se expone la doctrina, el Concilio Vaticano II resalta la importancia del contexto cultural y formas de los géneros literario en los que se manifestó la Revelación:
“Para descubrir la intención de los hagiógrafos ( autores), entre otras cosas, hay que atender a los géneros literarios, puesto que la verdad se propone y se expresa ya de maneras diversas en los textos de diverso género, históricos, proféticos, poéticos o en otras formas de hablar.(....). Pues para entender rectamente, lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente, tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiófrafo, como a las que en aquella época, solían usarse en el trato mutuo de los hombres.” (Vaticano II. Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación. Capítulo III. Apartado 12 )
Para a continuación, tras exponer las cambios que ha experimentado la sociedad , en los distintos ámbitos científicos, técnicos y sociales, señala su influencia en otros ámbitos:
“ Las instituciones, las leyes, las maneras de pensar y de sentir, heredadas del pasado, no siempre se adaptan bien al estado actual de cosas. De ahí, una grave perturbación en el comportamiento y aún en las mismas normas reguladoras de éste. Las nuevas condiciones, ejercen influjo también sobre la vida religiosa. Por una parte, el espíritu crítico más agudizado, lo purifica de un concepto mágico del mundo y de residuos supersticiosos, y exige cada vez más, una adhesión verdaderamente personal y operante de la fe.(....). Una tan rápida mutación, realizada con frecuencia, bajo el signo del desorden, y la misma conciencia agudizada por la contradicciones existentes hoy en el mundo, engendran o aumentan contradicciones y desequilibrios. ( Vaticano II. Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo. Exposición Preliminar. Apartado 7).
En uno y otro documento del Vaticano II, hay una invitación a crear nuevos lenguajes y categorías culturales que permitan dar respuesta a los graves interrogantes que provocan angustia y desazón a la humanidad y elegir su futuro:
“ De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio. El hombre sabe muy bien, que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado y que pueden aplastarle o salvarle. Por ello se interroga a sí mismo. (Vaticano II. Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo. Exposición Preliminar. Apartado 9 ):
Ante esta disyuntiva, formula varios interrogantes: “ Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos, los que se plantean o los que acometen con nueva penetración, las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que a pesar tantos progresos hechos, subsisten todavía?, ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio?, ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad ?, ¿Qué puede esperar de ella?, Qué hay después de esta vida temporal?. (Vaticano II. Constitución Pastoral la Iglesia en el Mundo. Exposición Preliminar. Apartado 10)
b)- Las categorías culturales del Judaísmo que han influido en el Cristianismo.
Sin duda la influencia del Judaísmo en la conformación de las categorías y conceptos del Cristianismo, aunque no exclusivamente, ha sido muy importante. Destacan entre otras:
La afirmación del monoteísmo y la creencia en un sólo Dios, creador del Universo.
La irrupción de la vida del hombre y de toda manifestación de vida, como obra de Dios, así como la capacidad del hombre para reconocer a su Creador, como Señor del Universo.
El don de la libertad humana y la capacidad para discernir entre el bien y el mal, y la opción de aceptar a Dios o rechazarle.
La importancia de la dimensión colectiva y la pertenencia a un pueblo con identidad propia y capacidad para convivir en comunidad y dotarse de leyes. para su regulación y supervivencia.
El mensaje de salvación y protección de Dios a su pueblo, aunque no con carácter universal.
A esta tradición religiosa, se unió el reconocimiento de los patriarcas de la Antigua Alianza y los Profetas, cuyas vidas, los mandatos de las Tablas de la Ley y oráculos, fueron respetados y también asumidos como caminos que conducen a su Dios y a colmar las esperanzas que están puestas en Él.
Todas ellas, fueron decisivas, no sólo en la vida de Jesús de Nazaret , sino determinantes en sus primeros seguidores y en la comunidad cristiana, cuyas creencias religiosas iniciales, eran las del Judaísmo, predominante en la región de Galilea y Judea.
c)- Las divergencias de las proposiciones religiosas y culturales del Cristianismo respecto del Judaismo.
Existen, sin duda, importantes diferencias entre la cosmovisión religiosa del Cristianismo respecto de las defendidas por el Judaísmo, aunque el Cristianismo surgió del movimiento religioso judío y le tiene como punto de partida. Sin embargo:
Las nuevas ideas y actitudes de vida que anunciaba Jesús de Nazaret, pretendían reformar el anquilosado sistema de creencias y de poder del Judaismo, encorsetado en las innumerables normas que se habían incorporando en su desarrollo, a la Ley de Moisés, llenas de prohibiciones que regulaban la vida de los judíos. La posición mas conservadora eran, de una parte, los fariseos y los escribas, que percibían que se le podía derrumbar toda la estructura normativa y jurídica construida en el último milenio. De otra, los sacerdote y levitas, servidores que atendían el Templo y realizaban los sacrificios rituales exigidos por la Ley de Moisés, que podrían perder gran parte de su poder social y ante las autoridades romanas. Fueron ellos los que rechazaron el mensaje de reforma y conversión que les ofrecía Jesús de Nazaret y finalmente, optaron por matarlo.
El Reino de Dios que proclamaba Jesús de Nazaret, abría las ventanas de la antigua Alianza a todas las gentes, en una Nueva Alianza, rompiendo el exclusivismo monoteísta del Judaísmo, con un mensaje universal dirigido a todas las gentes; y se dirigía al Padre, como el Dios cercano y próximo al que sufre, al hambriento, al desnudo, al que no tiene un techo para vivir; e insuflaba un viento fresco para volver a las fuentes primigenias, primando el pensamiento y la esperanza de los grandes profetas de Israel. Sus palabras eran percibidas por las gentes, como surgidas con la autoridad de los Profetas y como un enviado de Dios.
Proclamó como máximos valores de su predicación, ya fuese en las sinagogas donde se reunían los judíos o en la orilla del río Jordán, la misericordia y el amor del Padre a todos los hombres; pasó su vida, curando las dolencias de los que sufrían y estaban excluidos de la sociedad, y perdonaba sus delitos y pecados. Todo ello suponía una gran conmoción de las viejas certezas que ofrecía la casuistica de la moral judía, y las normas dictadas e interpretadas por los escribas y sacerdotes.
Ya en sí mismo, la persona de Jesús de Nazaret, fue cuestionada desde el inicio de su vida pública, por los dirigentes religiosos: levitas, escribas, fariseos y saduceos, incluso negaban la autoridad que tenía para presentarse como Hijo del Hombre o Hijo de Dios, y para sanar a los enfermos. Muchos se preguntaban: ¿Quién es éste que hasta los espíritus le obedecen?.
La diferencia sustancial era entre la concepción del Mesías esperado por el Judaismo, que restablecería el poder temporal, la grandeza y la magnificencia del rey David; y de otra parte, el Hijo del Hombre o Hijo de Dios, cercano a los pobres y excluidos de la sociedad, a los que curaba y daba esperanza, en un mundo en el que ellos no tenían cabida. Este nuevo Mesias anunciaba que su Reino no era de este mundo y su mandato era el amor al prójimo.
Otro aspecto sustantivo del mensaje de Jesús de Nazaret fue el reconocimiento de la persona y la dimensión individual de la responsabilidad, y su libertad, rompiendo la vieja creencia en la antigüedad, de una responsabilidad colectiva, que se transmitía de padres a hijos, Finalmente, y como gran novedad, ofreció a sus seguidores, una religiosidad sin intermediación de los servidores del Templo, fundamentada en una relación personal con el Padre, cuando le pidió a la mujer samaritana, sentado junto al pozo, que le diese de beber.
Su mensaje de la inminente llegada del Reino de Dios, a los hombres y mujeres de buena voluntad que le aceptaran como enviado por Dios, en esta vida; y en la promesa, mas allá de los límites de la vida temporal, de la fragilidad y vulnerabilidad, en una eternidad, en los brazos del Padre y del misterio del Universo, era una inmensa esperanza.
La fe pascual en la resurrección de Jesús, es un elemento central del Cristianismo, de la que dieron testimonio sus discípulos, reunidos y escondidos por miedo a las represalias de los judios. Su fundamentación no es racional, sino únicamente por la fe y por la confianza en las palabras que pronunció Jesús: “Yo soy, la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, vivirá para siempre.” (Juan 11. 25)
II
¿ NUEVO LENGUAJE Y CAMINOS DEL CRISTIANISMO ?
A lo largo de sus dos milenios, el Cristianismo se ha planteado, en numerosas ocasiones, si su futuro debía estar orientado al pasado, con sus formas, ritos y normas, o por el contrario, tenía que actualizar el mensaje evangélico con nuevo lenguaje y categorías culturales, que correspondiesen a los cambios de la sociedad . Así lo entendieron tanto Pedro como Pablo, cuando convocaron la primera reunión apostólica en Jerusalen para decidir si los nuevos cristianos, gentiles conversos, tenían o no que circuncidarse, como prescribían las leyes de Moisés. Ambos, estaban de acuerdo que no era obligatorio imponer a los gentiles que deseaban incorporarse a la comunidad cristiana, dicha norma y desde entonces la circuncisión no fué exigible. Del mismo modo, la asistencia a las sinagogas progresivamente fue sustituida por asambleas cristianas, en las que se recordaba la última cena del Señor, con la fracción del pan, acompañada de himnos y cánticos. Igualmente sucedió con la prohibición de trabajar el Sábado, que debía ser reconsiderada en determinadas circunstancias, porque el hombre no es para el Sábado, sino el Sábado para el hombre. Sucesivamente, las comunidades cristianas se adaptaron a las circunstancias, según fuese en la época de las persecuciones o tras el fin de aquellas, en el año 311 d.C. y la libertad de cultos y de religión a partir del Edicto de Milán en el 313 d. C.
Es el propio Concilio Vaticano II, como ha sido analizado anteriormente, el que acordó en sus Constituciones, sobre la Divina Revelación y sobre la Pastoral de la Iglesia y el Mundo, la necesidad de adecuar el lenguaje de la escritura, de la liturgia en las distintas celebraciones, de las homilías y de los libros destinados a la educación de la Religión Cristiana, a los nuevos tiempos; así lo entendió el Papa Juan XXIII: la Iglesia necesitaba un aggiornamento y para ello convocó el Concilio Vaticano II. Entre otros aspectos, debiera hacerse un mayor esfuerzo por parte de los teólogos, los especialistas en las Escrituras, los filólogos y los educadores y pedagogos, en acometer una modernización de los géneros literarios y su inteligibilidad, evitando algunas incoherencias y confusiones, carentes de sentido. A título de ejemplo, resulta incomprensible, que se haya olvidado el texto que narra el encuentro de Jesús, con un ciego y los discípulos, educados éstos, en el paradigma judío de que toda enfermedad o sufrimiento era consecuencia del pecado de las persona o de sus ascendientes, que le preguntaron a Jesús:
“ Maestro ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?. Jesús contestó. Ni él ni sus padres han pecado, sino que ha ocurrido así para que se manifieste en él, las obras de Dios.”. (Juan 9.1-3)
Aún así, es muy frecuente en los textos litúrgicos y en las homilías, hablar del castigo de los hombres por sus pecados cometidos contra Dios, incluso que Cristo murió a causa de los pecados de los hombres, confundiendo la responsabilidad y la culpa de la crucifixión de Jesús de Nazaret, con el perdón general que éste concedió, en un acto de suprema generosidad, a sus verdugos y a todos los que en su nombre, se arrepienten de sus delitos y fechorías. De aquella forma, se contradicen las palabras de Jesús al negar éste, que la causa de la enfermedad del ciego, fuesen sus pecados o los de sus padres, al responder a sus discípulos; y de Pedro, al señalar que la responsabilidad de la muerte de Jesús de Nazaret, era de las autoridades religiosa y gente judía, a quienes consideraba culpables.
Lo dicho anteriormente, no significa olvidar, que la raíz de la violencia y del sufrimiento moral de la humanidad , anida en su corazón y procede de decisiones y actos que deliberadamente adoptan los seres humanos (el odio, la injuria, el desprecio al diferente y al necesitado, la guerra, la esclavitud y opresión a los pueblos). Hay otra violencia física, que también produce grandes sufrimientos y que tiene su origen en causas y procesos que se desencadenan en la naturaleza, por las leyes de la biología, como las enfermedades y la muerte, y aquellos otros, cuyo origen corresponde explicar a la meteorología y a la geología, ( terremotos, sunamis, maremotos, erupciones volcánicas, huracanes, tifones, inundaciones de las lluvias, incendios etc.) También hoy, es frecuente constatar el sufrimiento y la violencia mixta, en la que participan decisiones humanas y naturales, que no han sido deliberadamente deseadas ( accidentes derivados de fallos del progreso técnico, sean nucleares, de transportes aéreos, ferroviarios y automovilista, el deterioro del medio ambiente, ya sea la contaminación de los océanos, de la atmósfera, de los recursos naturales etc..), pero han ocurrido por negligencia y falta de prudencia al no evaluar los riesgos que se asumían. En definitiva, no de todo sufrimiento y violencia, son responsables los seres humanos, pero en buena medida sí lo son, y mucho progresaría la humanidad si hubiese una mayor conciencia de ello y mayor compromiso por proteger y cuidar de la Humanidad y de la Tierra.