sábado, 18 de diciembre de 2021

 

Pierre TEILHARD DE CHARDIN

(1881-1955)

                                        https://teilhard.net/biografia-de-teilhard-de-chardin/  

                                                                Leandro Sequeiros

                                Vicepresidente de la Asociación de Amigos de Teilhard de Chardin

                                Presidente de ASINJA, Asociación Interdisciplinar José de Acosta


Muchas personas no sabe quién es Pierre Teilhard de Chardin. Y los que conocen algo, se quejan de que le cuesta entender qué es lo que quiere decir Teilhard de Chardin. Es verdad que su lenguaje es enrevesado. Y se inventa palabras. Además, Teilhard no escribió nunca una síntesis organizada de su pensamiento. Es necesario leerlo mucho y después intentar sintetizar su pensamiento. Y esto no es una tarea fácil. Al intentar “integrar” conceptos religiosos, filosóficos y científicos, sus formulaciones no son sencillas. Y aquellas personas que deseen iniciarse en el pensamiento teilhardiano, no lo tienen fácil. No existes libros que, en un lenguaje asequible, “traduzcan” para los no expertos qué es lo que Teilhard quiere decir.


                            La persona y sus obras


Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), geólogo, paleontólogo, pensador, teólogo, místico, sacerdota jesuita, de nacionalidad francesa, sigue siendo uno de los hombres más discutidos del siglo XX. Sabemos que Teilhard escribió: El Fenómeno Humano, El Medio Divino, El Grupo Zoológico Humano, Ciencia y Cristo, Cartas de Viaje, Escritos del tTempo de Guerra, El Himno del Universo. El resto de escritos son textos breves, ensayos que Teilhard nunca pudo publicar, cartas y conferencias. Después de su muerte, una comisión internacional los agrupó en volúmenes que se publicaron en Francia y luego se tradujeron, en los años 60 del siglo pasado, a muchas lenguas. En los años setenta, Teilhard pasó de moda hasta caer en el olvido.

Desde la Asociación de Amigos de Teilhard de Chardin1 y la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Comillas, hemos organizado diversas actividades para reivindicar la vigencia de muchos de los planteamientos de Teilhard. A los actos ha asistido bastante público. Pero –desgraciadamente- era un público de edad madura. Los jóvenes, por lo general, nunca han oído hablar de Teilhard de Chardin.

Desde la Asociación, no obstante, hemos percibido que existe un renovado interés por conocer la obra de Teilhard. En ocasiones, la dificultad está en que no es fácil encontrar unos materiales claros para introducirse en su pensamiento. Antes de leer sus obras conviene conocer, aunque sea superficialmente, algunos jalones de su pensamiento. Este es el objetivo de este artículo: presentar las ideas básicas de Teilhard en un lenguaje asequible a una cultura como la nuestra en la que no es fácil entender determinados conceptos.


                        Mi cercanía a Teilhard de Chardin


Desde que oí hablar de Teilhard (allá por 1960, pocos años después de su muerte) su figura me sedujo. Tal vez, ya entonces me atraía el conocimiento de la vida del pasado, la evolución, los orígenes humanos. Me seducía su aventura en China. Y me seducía el que los superiores jesuitas de entonces hablaban de él como de un hombre de ideas peligrosas. Un jesuita de ideas teológicas que contravenían la doctrina oficial de la Iglesia y del que había sido prohibida la publicación de sus obras. Esto seduce a un joven de 18 años, lleno de vida e ilusión por encontrar coherencia entre la formación recibida en el noviciado y unas concepciones mucho más amplias, que había oído mantenía Teilhard.

Cuando yo estudiaba Filosofía entre 1964 y 1966 alguno de mis profesores, tachados de progresistas, empezaron a citar a Teilhard de Chardin, pero siempre con la boca pequeña temiendo que su nombre les quemase los labios. Pero fue el jesuita Javier Gafo quien, en sus clases sobre Filosofía de la Evolución, tuvo la osadía de nombrar sus textos. Dentro de mí se hizo una luz cegadora que abrió mi apetito por poseer sus obras. Eran los años del Concilio Vaticano II y las ventanas abiertas por Juan XXIII dejaban penetrar el aire fresco del mundo dentro de los muros polvorientos de la Iglesia.

Siempre recordaré un documental sobre “La Misa sobre el Mundo” de Teilhard de Chardin, obtenido en la Embajada Francesa y que Pedro Miguel Lamet nos ofreció una noche en aquella época sin apenas televisión. Estaba en francés, pero sus imágenes se mantienen vivas en mi cerebro emocional. Después lo he buscado sin éxito en internet. Posiblemente, en algún sótano de alguna oficina cultural francesa descanse polvorienta esta joya. Tal vez por eso, en 2009 tuve la osadía de montar cinco presentaciones sobre “La Misa sobre el Mundo” a las que puso sonido mi amigo Juan López Giménez. A ellas siguieron otras varias sobre “El Medio Divino”, el “Himno a la Materia” y otros textos teilhardianos.

La vida que da tantas vueltas hizo que en 1971, al ordenarme de sacerdote, y ante la insistencia de algunos familiares que deseaban hacerme un regalo, le sorprendiese al manifestar que deseaba las obras de Teilhard. A partir de su fallecimiento en 1955, la Fundación Teilhard de Chardin comenzó a publicar sus trabajos. Muy pronto, la editorial Taurus ( al parecer, por consejo de Xavier Zubiri ) inició la publicación de la traducción castellana. Y fue precisamente Carmen Castro, hija de Américo Castro y esposa de Zubiri, la que realizó gran parte de las traducciones.

La lectura directa de las obras de Teilhard, cautivó mi corazón. Allí veía expresadas con palabras como dardos de fuego las intuiciones sin nombre que bullían en mi mente y que nunca encontré reflejadas en mis estudios de Teología. Los textos de Teilhard encajaban perfectamente con las formulaciones atrayentes de la Constitución Conciliar Gaudium et Spes del Vaticano II que reelaboraron mi espiritualidad, proclive a las peligrosas fronteras entre la fe y la ciencia. 

Cuando 20 años más tarde, en 1980, con 38 años, ya doctor en Ciencias Geológicas (en la especialidad de Paleontología) obtuve una plaza de profesor en la Universidad de Zaragoza empecé a interesarme por la paleobiología, la evolución, el darwinismo y las obras de Teilhard. Siempre quise profundizar más. En estos últimos años – y sobre todo en 2005 con ocasión de los 50 años del fallecimiento de Teilhard – he escrito muchas páginas apasionadas, pronunciadas numerosas conferencias y aludido a él de modos diversos. Y en 2015, con ocasión de los 60 años, hemos recuperado su memoria.

Muchos hilos nos conectan a Teilhard y a mí, formando una tela compacta de araña: ambos somos científicos, geólogos y paleontólogos. Hablamos un mismo lenguaje. Ambos tenemos rasgos de carácter muy similar, según he podido deducir de sus cartas y de las atinadas reflexiones de su biógrafo Claude Cuènot.

Ambos tenemos posturas similares –salvadas las distancias- sobre la experiencia de fe y la postura ante la Teología ortopédica y los dogmas. Siempre tuve un rechazo interior hacia las añejas clases de Teología recibidas en Granada. Ambos somos jesuitas, participamos de una misma espiritualidad y los ecos ignacianos son comunes. Asimismo, hemos sentido la puñalada cruel de la intolerancia y la cerrazón eclesiástica. También, hemos sido atraídos por la materia, por el contacto con los científicos, por el diálogo con los no creyentes.

Son muchas las semejanzas. Por eso, la figura de Teilhard de Chardin me fascina más cada día. Sus frases están presentes en mi mente y en mis ratos de oración. Y cuando acompaño unos días de Ejercicios Espirituales, nunca faltan las citas de sus obras que iluminan la comprensión de una espiritualidad más encarnada e inculturada.

A todos los que han colaborado en difundir las ideas y los sentimientos de Teilhard de Chardin, muchas gracias. Especialmente a mis compañeros de la Junta Directiva: a nuestro presidente, Dr. Emiliano Aguirre Enríquez, Premio Prícipe de Asturias2, ( recientemente fallecido ) y al resto de la Junta Directiva: Manuel Medina Casado, Javier Castellanos, Eduardo Ochoa, Manuel Cortés. Y deseo manifestar mi aprecio y cariño a todos mis compañeros paleontólogos que en su trabajo callado de muchos años han intentado descifrar el código secreto de la vida.


                                Un visionario singular del siglo XX


No oculto mis simpatías hacia Teilhard. Admiro su audacia para defender el hecho de la evolución cósmica biológica y humana en una época en la que estas ideas eran esgrimidas por los ateos para oponerse a la religión. Aunque tenga las naturales discrepancias en el modo de interpretar los procesos evolutivos de una manera “finalista” inadecuada a las interpretaciones actuales.

No niego la cercanía afectiva con Teilhard aunque no esté de acuerdo con todas sus ideas. Ambos estamos interesados en el debate de las ciencias y el pensamiento moderno con la teología y con las religiones. Salvadas las distancias del tiempo, el espacio, ambos defendemos una visión positiva del mundo, de la ciencia, de la tecnología, del progreso humano. Y ambos hemos dedicado muchos años de nuestra vida a arrancar de las rocas de la Tierra los secretos de su historia y de los complejos procesos de evolución biológica.

La figura de Teilhard de Chardin fue, desde el principio, muy contestada por algunos y mirada con recelo por parte de sectores oficiales de la Iglesia. Pese a su brillante tesis doctoral defendida en 1922, en 1923 Teilhard fue “destinado” por sus superiores a China; en 1923. Estando ya en China, el padre Provincial le ordenó que dejara de figurar como profesor del Instituto Católico de París. En 1927, Roma le negó el imprimatur a El Medio Divino (escrito en Tiensin entre noviembre de 1926 y marzo de 1927; no sería publicado hasta 1957, y en castellano en 1958).

Aunque persisten las dificultades que dieron lugar a la intervención del Santo Oficio, se ha impuesto por lo general una actitud más abierta y positiva. Indicio de este nuevo clima son, además de varias intervenciones conciliares y de una cauta pero significativa cita del papa Pablo VI en su alocución de marzo de 1966 (Ecclesia, 12 marzo 1966, página 378), la toma de posición del Padre General de los jesuitas, P. Pedro Arrupe, al defender públicamente el buen nombre del combatido hermano de Orden y al reconocer, pese a todas las críticas que puedan y deban hacerse, que en su obra lo positivo supera a lo negativo”.

En 1981, con ocasión del centenario de su nacimiento, en el Instituto Católico de París tuvo lugar un acto académico en su honor. El cardenal Agostino Casaroli envió a monseñor Paul Poupard, en nombre del Papa, una carta elogiosa de la personalidad de Teilhard, haciendo reservas respecto a algunas expresiones conceptuales. La prensa interpretó que la Santa Sede revisaba su anterior toma de postura, pero un rápido comunicado de la Santa Sede de julio de ese año insistía en que la carta del Cardenal Casaroli manifestaba reparos serios a algunas ideas teilhardianas que la prensa había ocultado.

Las aguas se han serenado y muchas de las ideas teilhardianas, bien clarificadas, no tienen que significar una amenaza para la fe. Antes bien, su pensamiento ha hecho mucho bien a muchos creyentes que han encontrado en Teilhard la formulación de muchas ideas que rondaban en la mente y han abierto esperanza en el encuentro entre la fe y la ciencia.

Los ensayos filosóficos, religiosos y místicos de Teilhard, estuvieron en su gran mayoría inéditos durante su vida. Comenzaron a publicarse a partir de finales de los 50 en Francia y muy pronto se tradujeron a muchas lenguas, entre ellas al castellano. Los libros de Teilhard se vendían en la década de los 60, entre los jóvenes y fascinaban a esa generación que buscaba una nueva formulación de sus creencias más de acuerdo con su formación intelectual científica. Hoy, las jóvenes generaciones casi no saben quién es. Teilhard pasó muy rápidamente del estrellato al olvido.


1La Asociación de Amigos de Pierre Teilhard de Chardin (sección española) se creó en septiembre de 2013. En la actualidad cuenta con un centenar de socios y la secretaría radica en la ciudad de Córdoba. Puede encontrarse información en https://teilhard.net

2http://es.wikipedia.org/wiki/Emiliano_Aguirre_Enr%C3%ADquez Emiliano Aguirre Enríquez (1925- 2021), es un paleontólogo español. Su principal aportación a la paleoantropología es el inicio del estudio de los yacimientos pleistocenos de la Sierra de Atapuerca, cuyas excavaciones dirigió desde 1978 hasta su jubilación, en 1990. Es Premio Príncipe de Asturias y Académico numerario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

2 comentarios:

  1. I have been interested in the works of Father Teilhard for a long time .Only recently ,after my retirement ,I find the time to discover who he is .And ,how amazing,we have a huge amount of documents to help us understand this mind.

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  2. Thank you very much for your contribution.. I am the vicepresident of the Spanish Teilhard Association.. If you like you can see soon in our web: https://teilhard.net

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