LA POBREZA Y LA EXCLUSION SOCIAL
EL PUNTO DE PARTIDA: ¿QUÉ
ES LA POBREZA?
No existe unanimidad entre sociólogos, economistas y otros expertos, acerca
de lo que se entiende por pobreza y
del método e indicadores que
han de ser utilizados para su
medición. Algunos hablan de umbral de la pobreza y si no alcanza este umbral,
existe la pobreza extrema o absoluta. Las Naciones Unidas
entiende que el umbral de la pobreza se sitúa en 1,9 dólares / día por persona, y con valores inferiores se da
la pobreza extrema o pobreza
absoluta; en parecidos términos
el Banco Mundial estima que la pobreza extrema se da, cuando
una persona dispone de unos
ingresos inferiores a 2 dólares /día.
Frente
a la pobreza absoluta, se utiliza el término de pobreza relativa, especialmente en la Unión Europea y en los países de la
OCDE, al considerar que la pobreza ha de estar referida a las
circunstancias concretas sociales y
económicas de una país o de varios países que forman
un grupo de países asociados o
integrados en un bloque económico o político. En la Unión Europea, se estima
que toda unidad de consumo que no alcance el 60% de la mediana de distribución de los ingresos
de las unidades de consumo de cada país,
es pobre. Ello permite estimar
en 4.261 euros/anuales, equivalentes
a 355 euros mensuales por persona, el umbral de pobreza
relativa. Según los datos de la Unión Europea
y últimamente publicados por Eurostat,
la tasa y umbral del riesgo de pobreza, referidos al
año 2017
arroja notables diferencias.
España figura en el grupo de los diez países
con porcentajes más altos de
personas en el umbral del riesgo de
pobreza: Rumanía (23,6%), Bulgaria(22,9%), Lituania(22,9%), Letonia(22,1%),
España(21,6%), Estonia(21,09%), Italia(20,3%), Grecia (20,2%), Croacia(20,0%),
Luxemburgo(18,7%). A continuación, están los restantes países miembros de la Unión
Europea, y la media de la
referida tasa para el conjunto de la
UE-28 es el 16,9%, lo que sitúa
a España 4,7 puntos porcentuales superior a la media
europea. Los países con mayores
niveles de pobreza absoluta están en
la India, Bangladesh, Pakistán, Centro África, África Subsahariana y
Centro América. Otros, clasifican
la pobreza en objetiva y
subjetiva, según carezca de las condiciones de servicios y bienes mínimos
objetivables (alimentación, higiene, vivienda, agua potable, atención
sanitaria educación infantil etc.) que
permiten sobrevivir, o a la pobreza
subjetiva que mide el grado de conciencia y apreciación que tienen los individuos
y las familias, de sí mismos y de sus condiciones sociales y económicas.
LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO
DEL MILENIO.
En la última década
del pasado siglo XX diversos
Estados miembros de las Naciones Unidas, tomaron conciencia
de los problemas derivados de la pobreza y del hambre, enfermedades, etc. que afectaban en torno a 2.000 millones de personas en numerosos
países en vías de desarrollo y subdesarrollados,
singularmente en Latinoamérica, el Sur
de Asia , África Central y Subsahariana. Asumiendo
esta preocupación, Naciones Unidas promovió y 189
países lo acordaron en su reunión celebrada en Nueva York en Septiembre del año 2000, firmar la
Declaración del Milenio en la que se proponían una serie
de Objetivos de Desarrollo del Milenio
a implementar de forma progresiva
en el transcurso del siglo
XXI. Se
aprobaron ocho objetivos:
1) Erradicar la pobreza extrema y el hambre;
2) Extender la educación primaria;
3) Promover
la igualdad entre los géneros y la autonomía
de la mujer;
4)
Reducir
la mortalidad infantil;
5)
Mejorar la salud materna y reducir la mortalidad materna;
6) Luchar contra
diversas enfermedades;
7) Garantizar la
sostenibilidad del medio ambiente;
8) Fomentar
y promover acciones para el desarrollo
mundial.
A cada uno de estos
objetivos acompañaban una serie de indicadores, que permitirían evaluar
los resultados haciendo un
seguimiento del cumplimiento de los objetivos. Su cumplimiento se realizaría en un
periodo que debiera finalizar el año
2015. Sin embargo, es necesario señalar que el
crecimiento económico mundial hasta 2007
contribuyó a la consecución de avances en los objetivos propuestos en los países en vías de desarrollo, tanto en Latinoamérica
como en Oriente Medio. Sin embargo,
la irrupción de la crisis mundial en el período 2008- 2013,
cambió notablemente las
previsiones formuladas para el horizonte del año 2015 y no se alcanzaron.
LA AGENDA
2030 PARA
EL DESARROLLO SOSTENIBLE
En la Conferencia
sobre el Desarrollo Sostenible celebrada
en Rio de Janeiro en el año 2012,
se creó un grupo de trabajo con voluntad de dar continuidad a los
Objetivos de Desarrollo del
Milenio, cuyas previsiones finalizaban
en 2015. Tras numerosas reuniones
se elevó una propuesta
a las Naciones Unidas en la que
se contenían 17 objetivos y numerosas metas que debieran alcanzarse en el horizonte 2015-2030, a la que se llamó Agenda 2030, porque el plazo
para llevarse a efecto alcanzaba los años 2015-2030. Fue aprobada por las Naciones Unidas, en la sesión celebrada en Septiembre de 2015 en Nueva York. Los primeros objetivos
reforzaban los objetivos básicos
que ya habían sido
abordadas en la Declaración sobre los Objetivos del Milenio en el
año 2000, a saber.
1) Erradicación de la
pobreza
2) Poner fin al hambre y conseguir la seguridad
alimentaria, mejor nutrición y promover la agricultura sostenible.
3)
Garantizar una vida saludable y promover el bienestar.
4) Garantizar una educación de calidad inclusiva.
5) Alcanzar la igualdad entre los
géneros.
6) Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento.
Los
restantes objetivos incluían el acceso a energías sostenibles y modernas;
el desarrollo de infraestructuras e industrialización
sostenible; el fomento del crecimiento económico y el empleo; la reducción de
las desigualdades, etc.
Cabe destacar que entre los primeros objetivos de la Agenda 30 están la pobreza , el hambre y
el agua, lo que significa la importancia que las Naciones
Unidas conceden a éstos.
LA POBREZA EN ESPAÑA
El VIII
Informe FOESSA publicado en 2019, dedicado
al análisis de la exclusión social
en España, a instancia de
Caritas Española, es una publicación
que realiza la Fundación de Fomento
de Estudios Sociales y de Sociología, desde el año
1966, en el que intervienen un
amplio número de expertos competentes en
distintas disciplinas. Según este Informe
la desigualdad, la pobreza y la
exclusión social, se han agravado tras la crisis económica de 2008-2013. Estima que la
población en exclusión social, en el año 2018, alcanzó
8,5 millones de personas (18,4%),
de las cuales 4,1 millones de personas
están en situación de exclusión social
severa. Aunque se desconoce la
metodología utilizada, el Informe FOESSA
estima en 4,1 millones, la población en exclusión social severa, cifra superior a los 3,8 millones desempleadas
en ese mismo año conforme a la EPA
del INE. Duplica los 1,9
millones de personas que percibían
las prestaciones por
desempleo en sus distintas modalidades, incluidos los subsidios, rentas de inserción, etc.
al cierre del año 2018. Es razonable
estimar que los otros 1,9
millones de personas que estaban
en el desempleo y no cobraban
prestación alguna por ese concepto,
puedan formar parte del colectivo
de exclusión social muy severa,
pero no
llegaría a la cifra dada en
el informe FOESSA, que las cifra en 4,1 millones, salvo que en ésta, no
se hayan computado para su cálculo, las
prestaciones recibidas, ya señaladas.
En el Informe
de Eurostat realizado en el año 2017 para el conjunto de la Unión Europea, siguiendo otra metodología
distinta a la del VIII Informe FOESSA, España
está dentro del grupo de los
diez países con
mayor vulnerabilidad y una tasa de umbral de riesgo de pobreza del 21,6%, muy alta, con 10 millones de
personas, aproximadamente, con ingresos
inferiores a 355/mes por
individuo, respecto de los países más desarrollados de la Unión Europea: Alemania, Francia, Reino Unido, Italia,
Austria. Otras fuentes de información,
estiman que la cifra de personas
que han superado el umbral de la pobreza absoluta y la exclusión social ha sido
importante, aunque difícil de cuantificar, gracias al crecimiento de la actividad económica de los últimos años (2014-2019). Los últimos
años, que no son reflejados en el Informe FOESSA y de Eurostat, porque su
información finaliza en el año 2017, han contribuido a reducir el desempleo, con la creación de empleo temporal y en menor medida trabajos fijos, mejorar
los salarios, tanto los
acordados en los convenios
colectivos, como el regulado en el
Salario Mínimo Interprofesional cuyos incrementos para 2018, 2019 y 2020, han
sido muy
significativos, y para las pensiones
conforme a los incrementos del
IPC, frente a la reducción importante de
los salarios, en los años duros de la
crisis. No obstante, en gran medida, la
pobreza sin llegar a ser exclusión social severa, está muy presente
en el segmento de las
personas mayores que perciben pensiones
bajas y carecen de otras rentas
complementarias, en forma de intereses, dividendos, alquileres, pequeñas explotaciones
agrarias y ganaderas o comerciales. Por todo lo indicado, de momento no tenemos
certezas de sus dimensiones reales,
dada la complejidad que caracteriza el fenómeno social de la pobreza, aunque los estudios citados apuntan de un
modo u otro a realidades sociales dramáticas.
EMPLEO Y PARO EN ESPAÑA
La información que
proporciona la Encuesta de Población
Activa elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, puede
indirectamente dar una visión del
conjunto de la evolución del mercado de trabajo y su posible influencia en los estratos sociales vulnerables y facilitar la evaluación de los efectos de los 6 años duros de la crisis económica (2008-2013), y los siguientes 6 años de la recuperación (2014-2019). Sus
indicadores son:
Millones de personas Anterior
Durante la
Crisis Recuperación
Posterior
Conceptos 2007 2008
2013
2014
2019
Población con Empleo 20,8 19,8 17,1 17,6 19,9
Población Desempleada 1,9 3,2
5,9 5,4 3,2
Tasa de Paro 8,6% 13,8%
25,7% 25,6%
13,8%
Población Activa 22,7
23,0 23,0 23,0
23,1
Fuente:
INE
En la crisis se perdieron 3,7 millones
de empleos y 0,3 millones de nuevos demandantes no encontraron trabajo, aunque después se han creado 2,8 millones de empleos
en el período 2014-2019. Los indicadores
de 2019 son muy similares a los existentes al cierre de
2008 e inferiores a los existentes antes del inicio de la crisis en 2007. Es evidente que se desconocen los efectos
de la actual pandemia mundial del coronavirus, que serán graves también en España, con aumento del desempleo y de la pobreza, de muy difícil evaluación en el momento
actual en el que estamos inmersos, y que
probablemente será transitorio y confiamos que afecte principalmente al primer
cuatrimestre del año en curso.
Asimismo, el Informe España 2018, elaborado por la Cátedra José Mª Patino, adscrita a la
Universidad Pontificia Comillas, aunque no se refiere a la cuestión de la pobreza de forma directa,
sin embargo plantea varios retos
que afectan a millones de
personas, especialmente a los jóvenes y
que indirectamente incide en la pobreza: a) El empleo de baja calidad por su
corta duración y bajos salarios, que provoca incertidumbre, inestabilidad en la vida laboral y escasos
recursos para llegar a
fin de mes. b)
La caída de la demografía, dada la baja
tasa de natalidad tanto de nacionales como inmigrantes, que repercutirá
en la reducción del mercado de trabajo y el empleo, e
indirectamente en las futuras pensiones de jubilación, que en
gran medida se financian por un sistema
de solidaridad inter generacional. c)
La despoblación territorial en varias
provincias y comunidades
autónomas: la España
vacía. d) El cambio
climático y su repercusión
en el medio ambiente, como amenazas
a escala planetaria.
NUESTRA MIRADA
Y REFLEXION
En el año 2013, llamó
la atención el gesto del cardenal
Jorge Bergoglio, tras ser elegido Papa por los cardenales reunidos en
el Cónclave. Al responder a la pregunta de
cuál era el nombre
que deseaba adoptar para su
pontificado, eligió el nombre de
Francisco, en recuerdo de San Francisco de Asís, “el poverello d´Assisi”, símbolo
emblemático de la renuncia al bienestar y
opulencia que le ofrecía la riqueza de
su familia. Éste abrazó la austeridad y la pobreza en su vida y creó la Orden mendicante de los Franciscanos en los
inicios del siglo XIII, en la que el voto de pobreza, castidad y obediencia de
sus miembros, habría de ser una
actitud y una práctica real de sus miembros; una novedad en aquél momento histórico,
junto con la Orden de Predicadores o Dominicos,
fundada por Santo Domingo de Guzmán
varios años después. Se diferenciaban
de las órdenes monacales, de las órdenes militares
y del clero secular. Así lo
expresaría en distintos momentos, el Papa Francisco al referirse
al “poverello d¨Assisi”, como un referente para el cristiano, por su sencillez y pobreza. Esta
idea ha venido formulándola
el Papa Francisco en los sucesivos
Mensajes dirigidos a las Jornadas Mundiales sobre la Pobreza que se iniciaron el 13
de Junio de 2017 y más
recientemente en la celebrada el 13 de Junio de 2019:
“Dondequiera que se mire la
Palabra de Dios, indica que los pobres son aquellos que no disponen de lo necesario para vivir porque
dependen de los demás. Ellos son el oprimido, el humilde, el que está postrado
en tierra. Aún así, aun esta multitud innumerable de indigentes, Jesús no tuvo
miedo de identificarse con cada uno de ellos: Cada vez que lo hicisteis con uno
de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
POBREZA OBJETIVA
El significado que
tiene la palabra pobreza
en el texto anterior del Papa Francisco en el mensaje
dirigido a la III Jornada Mundial sobre la Pobreza, tiene un dimensión sociológica de tipo objetivo. La pobreza existe
en “aquellos que no disponen lo
necesario para vivir porque dependen de los demás. Ellos son el oprimido, el
humilde, el que está postrado en tierra”. Los que viven
bajo el umbral de la pobreza, son víctimas
de un sistema económico y social que
favorece la desigualdad y una injusta
distribución de la riqueza y de la renta, que no permite
sobrevivir o vivir dignamente
a millones de personas y familias.
En este aspecto, la
dimensión objetiva de la pobreza entronca con
el concepto que refleja el Evangelio
(Lucas 6.20-2), en las
primeras palabras pronunciadas
por Jesús , tras bajar de la montaña en la que había permanecido. Encontró gente que le aguardaban en un llano, para oír sus palabras y ser curados: “Bienaventurados los pobres
porque vuestro es el Reino de Dios.
Bienaventurados los que tenéis
hambre ahora, porque seréis saciados.” En Lucas, la pobreza y el hambre son consecutivas, poniendo de manifiesto una realidad
que aún en nuestras
sociedades van unidas. Generalmente las
personas y las familias que padecen
la pobreza, también tienen
hambre o notable carencia de bienes
y alimentos para sobrevivir. También en otro capítulo del evangelio (Mateo 25.35-40), se describe con gran dramatismo la dimensión objetiva del hambre y de la sed, unida obviamente a la pobreza. Los que no son pobres desde
el punto de vista material u
objetivo no tienen
hambre ni sed porque disponen
de bienestar material :
“Venid benditos de mi Padre,
porque tuve hambre y me disteis de comer. Tuve sed y me disteis de beber; era forastero y me
acogisteis; estuve desnudo y me
vestisteis; enfermo y me visitasteis;
en la cárcel y viniste a verme (…..). Entonces los justos le
responderán: Señor: ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer o sediento
y te dimos de beber….”
Esta radicalidad en la forma de vivir, en la
tradición cristiana ha sido milenaria y ha caracterizado la vida de
numerosos cristianos a lo largo de la historia, cuya santidad ha sido proclamada y reconocida
por el pueblo de Dios y canonizada
por la
jerarquía eclesiástica.
También ha sido recogida en la literatura, como es la novela Nazarin
de Benito Pérez Galdós, Miembro de la Real Academia española,
llevada al cine en 1959
por el director Luis Buñuel, en la que el protagonista es un sacerdote cuyo
seguimiento de Jesús de Nazaret, le
lleva a desposeerse de todo lo poco que tiene, vive de la limosna y se rodea
de personas que no siempre le comprenden, le roban y le
maltratan, y se siente totalmente
incomprendido de autoridades
religiosas y políticas. Es interesante y nos debe hacer
reflexionar, la visión que ofrecen Benito Pérez Galdós y Luis Buñuel, acerca de la vida y el mensaje de Jesús de
Nazaret, al que identifican con el protagonista de la novela y de la película
del mismo nombre, precisamente autores de no muy acendradas creencias religiosas.
Es cierto que en otro
apartado del evangelio ( Mateo 5.1-12)
se menciona el hambre aunque se relaciona con la sed de justicia, y que a nuestro juicio adquiere un significado
distinto al que da Lucas. Es diferente tener hambre
por causa de falta de alimento,
ya citado (Mateo 25.35-40), y el contenido de la expresión hambre y sed de
justicia. Sin duda, la falta de
justicia y la ansiedad que ello puede provocar es semejante
al hambre, y tiene su origen
en la ausencia de justicia que se imparte a las personas. El desamparo de los humildes y
sencillos por los poderes públicos, en los
conflictos e intereses, la persecución
por sus creencias religiosas, la desprotección de las personas y familias, ya sea ante los tribunales de justicia o ante
instancias administrativas,
explica el sentido del texto
evangélico citado.
POBREZA DE ESPÍRITU
Sin duda, desde la perspectiva cristiana, existe igualmente otra dimensión
de la pobreza, ya citada, cuya manifestación está en el evangelio (Mateo 5.1-12),
cuando Jesús viendo una multitud subió
a un monte, se dirigió a ellos y proclamó: “Bienaventurados
los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos”.
Nos encontramos ante un significado de la pobreza
que no contradice el anterior, aunque complementa el sentido de la pobreza objetiva. La
apelación a los pobres de espíritu, en efecto,
es una forma de considerar
un concepto más amplio de la pobreza, al apuntar a una actitud
que nace no de la materialidad de la privación de bienes para sobrevivir ( el
hambre que se sacia dando de comer, o la sed dando de beber, según Mateo 25. 35.40), sino
del interior y del espíritu, y que
usualmente decimos nace del corazón. Sin duda, un elemento fundamental en el anuncio del Reino de Dios que
realizó Jesús de Nazaret, en los
últimos años de su vida, fue predicar una religiosidad interior
en la mejor tradición de los
profetas de Israel , que supera
la concepción legalista mayoritariamente
vigente entre los sacerdotes y los
escribas judíos. Así, se entiende y lo confirma para nuestra
mentalidad moderna, aunque probablemente
no para entonces, el diálogo de
gran intensidad y emoción, que Jesús
mantuvo con la mujer samaritana, sentado junto al pozo de
Jacob por el cansancio, cerca de la ciudad de Sicar
(Juan 4.19-24) Al pedirle Jesús agua para beber, se sintió ella muy sorprendida por la capacidad de su interlocutor para conocer
su vida privada:
“Señor, veo que eres un profeta.
Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que es en Jerusalén
donde se debe adorar. Jesús le dice: Créeme mujer, ya llega la hora, en que ni en éste monte, ni en
Jerusalén, adoraréis al Padre.
Vosotros adoráis lo que no conocéis,
nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero llega la hora y ésta es, en que los
adoradores verdaderos, adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así
quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu y los que le adoran han
de adorarlo en
espíritu y en verdad.”
Jesús reiteró el mensaje
central del Reino que anunciaba: Ni en este monte ni en Jerusalén,
adoraréis al Padre, y añadió: Dios es
espíritu y los que adoran deben adorar
en espíritu y en verdad. Su religiosidad
no gira en torno al templo de
Jerusalén, ni en el monte, ni en las
innumerables normas y
prescripciones legales impuestas
por los escribas y sacerdotes del
judaísmo. Anuncia una forma de religiosidad abierta
que procede del interior de la persona, de su inteligencia,
del corazón y sale al encuentro del
misterio de Dios que se manifiesta no sólo en el
prójimo, el necesitado, el más frágil y vulnerable, practicando el bien y el amor,
sino también en la grandeza y belleza
del Universo. La pobreza de espíritu, implica igualmente, romper con la soberbia, la
vanidad, el odio, la ira, la codicia, el afán de la riqueza, del dinero y de los bienes materiales; llevar una vida de mayor
austeridad y sencillez; una vida
fraternal y solidaria con los
pobres reales. Finalmente,
el mensaje cristiano, aunque es difícil llevarlo a la práctica y perseverar en ello, invita a sentirnos libres de la angustia de poseer y tener cosas y bienes. Confiar y abandonarnos a la
misericordia de Dios, y tomar conciencia
de que nuestras vidas, vulnerables y finitas, forman parte del Universo y del misterio que rodea a los seres humanos, en el Medio
Divino, según la feliz expresión de Teilhard de Chardin. Se puede
decir que la verdadera
pobreza hunde
sus raíces en el salmo 23 “ Tu bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida.”
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