domingo, 7 de junio de 2020

Causas del Sufrimiento



            CAUSAS  DEL   SUFRIMIENTO



                        Diversidad  por  su origen


En el capítulo anterior  centramos  nuestra reflexión  en unas  breves  pinceladas  históricas del sufrimiento  de la humanidad, escritas cuando  la sociedad a escala  mundial, sufría  el COVID 19. Nos preguntábamos  si   en este mundo de  sufrimiento, había  alguna oportunidad  para la esperanza, cuestión  que nos lleva hoy y en sucesivas reflexiones, a aproximarnos a las  causas,  diversidad  de actitudes  y respuestas  que se han dado y siguen  presentes  en la  sociedad actual. Para afrontar  la  complejidad  de  este análisis, tarea no fácil,   intentamos  profundizar en  las principales  causas que   originan  el sufrimiento de la humanidad y  sus distintos  rostros.  Nuestro discernimiento ha de ser  pedagógico, que  tenga  una cierta  sistemática y contribuya  a profundizar  en el objeto de nuestra  reflexión: el sufrimiento. El  factor más relevante, que nos permite  diferenciar  las muy diversas  manifestaciones del sufrimiento  de la humanidad, es  la intervención o no,  de la  voluntad   humana,  individual  o colectiva. Importa  resaltar, que el sufrimiento, cualquiera  que sea  su origen o circunstancias, puede  producir, además de los daños  físicos, otros psicológicos y emocionales profundos y de  larga duración, en la  persona  o  personas   que los han sufrido y en sus familiares.


                    El Mal  Físico o de origen natural


Cuando en las causas que originan el sufrimiento, no interviene la voluntad  humana, o su influencia  es  muy reducida, cabe denominarle   de  origen   natural  o  mal físico.  Es el  mal  originado  por las fuerzas y leyes de la naturaleza, que va unido  a la  vulnerabilidad  de la  condición humana, que comparte  con toda manifestación de la vida. La imagen emblemática de este  sufrimiento  es la enfermedad grave, de  nacimiento  o sobrevenida, de muy diversas  patologías que pueden condicionar la vida humana hasta extremos insoportables, así como  la muerte de los seres  humanos y de  cualquier especie de vida. En este orden de origen natural, está el sufrimiento causado  por la  violencia desencadenada  en la naturaleza, por movimientos sísmicos, erupciones  volcánicas, maremotos, tsunamis, huracanes, tornados, tormentas, rayos, inundaciones y otros  fenómenos  naturales. En la memoria  colectiva de la  Antigüedad, quedó el recuerdo de la destrucción de  las ciudades romanas de Pompeya y Herculano, a causa del terremoto y de la erupción del  Vesubio en el año 79 (d.C),   y  ya en la Edad Moderna, el gran terremoto de  1755   que devastó  Lisboa y afectó  a  buena parte de la costa  atlántica peninsular española, incluida  la costa marroquí, con 100.00 muertos  aproximadamente. Más recientemente, la destrucción  del tsunami  que en Diciembre de  2004  asoló  las costas de  Indonesia, Sri Lanka y la India   en el océano Índico, con una cifra  aproximada de 270.000  muertos y desaparecidos, además de  numerosos daños materiales.

En esta  modalidad de sufrimiento  de origen natural, en las que las leyes  de la biología, de la física  y de la  química no son  controladas por la voluntad  humana  y de muy difícil  previsión y  alcance, se incluyen  gran parte de  las epidemias  y pandemias  de la historia  y del momento  actual: la peste, la gripe, la  viruela, el cólera, la malaria, el ébola, el dengue, el sida, la tuberculosis y la lepra. Está  confirmado   que las  bacterias o los virus se transmiten en muy diversas  circunstancias, y generalmente  de forma  desigual entre  las poblaciones  de  los  distintos  países  y continentes,  como consecuencia  de  los distintos  grados    de equipamientos  médicos; de las  condiciones de higiene;  de las  costumbres alimenticias ; de las aglomeraciones  de  personas; de la  ordenación e infraestructura  urbanística  muy concentrada  en   reducidos espacios,  y de una extensa movilidad de la población favorecida  por los innumerables  adelantos  técnicos, que  condicionan la vida  de las sociedades  de las grandes  urbes  y áreas  metropolitanas. Así sucedió  con las  diversas  oleadas de epidemias que azotaron  a la humanidad y  también   con la denominada  gripe  española de 1918, aparentemente oculta  en  los soldados  que eran víctimas  en las trincheras  de la Gran Guerra y también  agentes de contagio   a la población  civil.  Recientemente  el SARS C0V del año 2003  y en la actualidad  el SARS CoV-2 causante de la enfermedad  del  COVID-19.  Transcurrido  algún tiempo,  los  científicos y epidemiólogos  señalarán  la naturaleza, su crecimiento, efectos y los   factores  cooperadores en la trasmisión  del reciente virus. 


                                El Mal  Moral


El  sufrimiento  originado por la voluntad  humana, también denominado   mal moral, es  sin duda el  que  más sobrecoge  en la historia de la humanidad, ya que incluye  todas  las atrocidades  llevadas  a cabo  por   y entre  seres  humanos, con enorme  crueldad: los conflictos armados, el terrorismo, los  asesinatos en masa o individuales,  los homicidios, el trato  inhumano de la esclavitud, el racismo, la tortura, la drogadicción,  las conductas de odio,  las injurias, las calumnias y  el desprecio a  la  conciencia  e intimidad  de las  personas. 


En  la  Antigüedad,   las guerras  de los griegos y los persas y  las conquistas de    Alejandro   Magno o del imperio romano;   en la  Edad Media,  los pueblos centroeuropeos y de  Europa  oriental y la conquista  y expansión del Islam; en la Edad  Moderna, el descubrimiento y dominación  de América por europeos y  los conflictos político religiosos en Europa; en la Edad  Contemporánea, la colonización  europea  en Asia y en África, el proceso de descolonización;  y más recientemente en el siglo  XX,  las dos  Grandes  Guerras  Mundiales;  finalmente las dictaduras y regímenes totalitarios  a escala mundial. La guerra, y otras modalidades de violencia,  así como  la esclavitud  y el racismo, han sido, sin duda,  las    causas más  generalizadas de sufrimiento, cuyo  origen es o ha sido la  voluntad humana en el pasado,  y en parte,  en el presente. 


 Se pueden añadir  a lo anteriores,  los efectos de  la drogadicción,  como causa  igualmente de  sufrimiento  para centenares de miles de personas que  han sido víctimas de sus efectos    en el siglo  XX  y en las  primeras  décadas del siglo XXI. Asimismo,  el   derivado  de la pobreza  severa y de la exclusión  social,  que  alcanza en el mundo  actual   en torno a  los  1.200  millones de personas, condenados   a unas formas  de vida, lejos de las condiciones  mínimas   para  sobrevivir, generalmente  ligadas  a la miseria, al hambre y enfermedades  endémicas,  por causa  de sistemas  económicos  y sociales, que promueven   la injusta  distribución  de la riqueza y de los medios  materiales  para vivir  dignamente.  


                    El sufrimiento de naturaleza  mixta


Hay circunstancias   en las  que el sufrimiento  no es  fácil  encuadrarlo  en  la clasificación  anterior y por esta  razón,  cabe  denominar  su origen,  de naturaleza  mixta,  modalidad de sufrimiento,  en el que influyen    tanto las fuerzas de la naturaleza como  la  voluntad  humana y  el marco  cultural en el  que se  desarrolla,  con su actividad económica y modelo de bienestar  social; lo  condiciona, transforma  y   daña a la naturaleza y a los  seres  humanos. Son  muy  preocupantes, los informes  de la comunidad científica,  que  alertan de las consecuencias  y males para la vida humana,  derivados  de la conducta humana  en el cambio climático, en la  reducción de la  capa de ozono, en la contaminación del aire, en  los ecosistemas  marinos y reservas de la biosfera, en  el deshielo  de  amplias  superficies   de los casquetes polares, en la deforestación de extensas  áreas  de superficies, en   la inundación  previsible de tierra firme  por la subida  del nivel del mar,  en la invasión urbanística  en los espacios  naturales de los ríos. Resulta  llamativa  cómo la  limitación de movimientos  y  vehículos en las grandes ciudades  europeas, asiáticas  y americanas,  como consecuencia  del confinamientos de sus ciudadanos, nos ha proporcionado  una importante  reducción de la contaminación  atmosférica   muy beneficiosa  para la salud  pública. Paradojas reales  que nos debieran hacer pensar en qué  sociedad deseamos  vivir para el futuro. 

De otra parte, tenemos conciencia de los  límites  de la vida  humana,   tanto por el final de su ciclo biológico, como  también  porque  sus protagonistas, muy frecuentemente, desconocen y desafían el riesgo que se cierne sobre ellos,  ante las leyes y fuerzas  naturales, no controladas  por  la voluntad  humana. A modo de ejemplo,  cabe señalar  el sufrimiento  que conlleva la carrera  armamentista  moderna cuya finalidad   es  aumentar  la potencia de  destrucción de personas  y bienes, o  los innumerables accidentes aéreos, ferroviarios y de vehículos a motor,  y los accidentes de  centrales  nucleares (Chernobyl en la antigua  URRS  y  Fukushima en el Japón  moderno)  y de plantas  de fabricación  química (Bhopal en la India) por causa de la falta de seguridad e imprudencias de sus respectivos  responsables  y dirigentes, en el uso de las diferentes  tecnologías. En esta última modalidad de sufrimiento,  existe  una  decisiva intervención  humana y responsabilidad  individual o colectiva, que   en el  ejercicio de  su libertad,  actúa  motivada por  razones  muy diversas:  reducir los gastos de seguridad y de verificación de los controles   de altas  tecnologías, así como  la excesiva imprudencia y conductas  temerarias  de los individuos,  que  menosprecian los riesgos que asumen al  no respetar  y vulnerar  las leyes  naturales.


                El  Malestar  de la Cultura  Moderna


El sufrimiento derivado de este malestar, ha sido objeto de muchos  sociólogos de la modernidad,  quienes han señalado sus posibles causas y efectos. Esta fuente del  sufrimiento  que  hemos denominado   malestar de la  cultura  moderna, podría    incluirse  en  las   analizadas  como mal moral, y  se ha  optado  por  una  atención diferenciada  y singular  de  la misma, dada  la influencia  que tiene  en la sociedad y  sobre la  que   en nuestra  opinión, se reflexiona  poco y goza  de un  cierto  carácter  invisible. 

    
Somos conscientes que este malestar tiene relación  con  las formas a través de las que se  manifiesta   la cultura  moderna en la  era de la globalización, y que tiene  raíces  profundas   en los sentimientos, intereses  y tensiones  de una sociedad muy  compleja, donde el pluralismo es un rasgo  dominante, como consecuencia  de la diversidad de ideas  y creencias; de  la libertad de opinión e información; del creciente  nivel multicultural  de los ciudadanos; del progreso técnico-científico; de los sistemas  educativos que contribuyen  a la integración  social; de  la desigualdad   de renta,  de  riqueza  y bienestar  social; del estatus  social en el  que están integrados y se sienten identificados;  de la influencia de los medios de comunicación en la  formación de la  opinión  pública;  y de las  nuevas tecnologías  digitales de la información.

 De otra parte, al pluralismo  de la sociedad se une  la  incertidumbre y desorientación que se ciernen  sobre  los individuos  y los grupos sociales, a medida   que se  debilitan  las certezas y  los referentes culturales  de un mundo  que forma  parte   del pasado,  al  tiempo  que nuevos  marcos  culturales y modos de  conductas  emergentes,  no acaban de  consolidarse y desarrollarse  plenamente.  Ante tanta dificultad para comprender lo que acontece en nuestro entorno, ya sea en el trabajo, en nuestras familias, en los círculos de  amistades y en nuestros niveles de bienestar y confort, se corre el riesgo  de sustituir la  reflexión   por    un sentimiento  de impotencia, desorientación y temor. Este desencuentro  con la realidad   conduce  frecuentemente a los individuos  y grupos  sociales, a refugiarse   en las emociones,  donde esperan   alcanzar  un  mayor  grado  de certidumbre y cohesión con el grupo  al que se sienten pertenecer. Tales  conductas, llevan a una creciente  competitividad, por la   imagen, la fama, el dinero, el mayor  bienestar  material y a reacciones simples y reduccionistas, que les  proporcionan  mayor seguridad   ante las certezas  perdidas.


 Estas actitudes   son potenciadas en los grandes medios de comunicación para garantizar  mayores niveles de audiencia, y con  estos intereses, propician  la banalización  y  la  superficialidad de  cuestiones relevantes;   al mismo tiempo,  tienden a  la desmesura  y  a la magnificación  de  aspectos de  la vida social, que  tienen  menos  importancia   y   poco  enriquecimiento  personal  y social. Está  muy extendida en el mundo de las comunicaciones y de la información, el axioma de que son las malas  noticias y no las  buenas  noticias, las  que   gozan   de  gran potencia ante la opinión pública. La  frontera   existente  entre    la información relevante y  la frivolidad es muy  débil, como lo es  también, la pérdida   de  mesura  y prudencia en la  valoración y verificación de los hechos,  en su ponderación  y en el  exceso  de   prejuicios y  manipulación en las  opiniones, que invitan  a una permanente  discrepancia y a romper  los consensos básicos  sociales.  Todo ello, forma parte de la urdimbre  social  en la que  crece  todo tipo de intolerancia e intransigencia, robando espacio al dialogo,  al respeto y a las formas elementales  de la convivencia  y de la  educación.  Lamentablemente,   esta cultura del  disenso, lamentablemente está  muy extendida  en la sociedad y  conduce  a  magnificar  la división  y  la discordia  en muy diversos  ámbitos  de la sociedad.  


                                    Conclusiones


Son  muy complejas y diversas  las causas y circunstancias del   sufrimiento de la humanidad, al   que han  querido  dar respuesta numerosas  corrientes de pensamiento de  carácter  científico,  filosófico  y ético, sociales, además  de las  diferentes  concepciones religiosas. Todas   ellas, nos pueden ofrecer  desde  su   perspectiva,  cómo  han  afrontado  este drama de  la humanidad, y  una  visión   rica  en   matices, poniendo de manifiesto la  capacidad creativa de los seres  humanos, que  serán  analizadas   en las próximas reflexiones.


1 comentario:

  1. Excelentes contenidos en estos posts.Queremos decir que, aunque la mayoría de los Países se jactan de haber sobrepasado mas del 90% de escolaridad, el desarrollo de Conocimientos más amplios va cada vez mas ceñido a las personas de mayores recursos. Hace al menos 3 décadas. los medios audiovisuales eran un instrumento de la Cultura. Hoy, salvo muy raros casos, son la banalidad generalizada.

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