DON CARNAL y DOÑA CUARESMA
I
El Carnaval. Sus orígenes
En el invierno del presente año, las fiestas de Carnaval se han celebrado de forma muy distinta a lo que venía siendo habitual, a causa de la actual crisis sanitaria originada por el SARS-CoV- 2. Rompiendo, en gran medida, la nota de colorido, música y ritmo que en muchas décadas habían inundado calles y plazas de muchas ciudades y pueblos en Europa y en América Latina. Serán unos días de fiesta, con fuertes medidas de seguridad o simplemente suspendidos, como ya lo fueron el pasado año, las Fallas de Valencia, las procesiones de Semana Santa, de San Fermin en Pamplona y tantas otras manifestaciones culturales. Aunque en aquel año se celebraron las fiestas de Carnaval, porque aún se desconocía el alcance de la pandemia, este año ha sido distinto. Sin embargo, este tiempo de silencio puede ser un momento idóneo para reflexionar y analizar su origen, su alcance y su significado en las sociedad actual.
Su origen se sitúa, para unos, en las fiestas en honor de Dionisos, hijo de Zeus, en la mitología griega, que fueron acogidas durante la república de Roma, en honor de Baco, hacia el año 200 a.C. y por ello fueron denominadas bacanales. Estas fiestas, que se organizaban , en los alrededores de la ciudad de Roma entre los días 16 y 17 de Marzo, fueron prohibidas por el Senado en el año 186 a.C., por considerar que en ellas, se conspiraba contra los dirigentes políticos y las instituciones de la república. No obstante, siguieron celebrándose aunque menos. Baco, en la mitología romana, era el protector de los viñedos y de los efectos estimulantes del vino que provocaban una bacanal y un ambiente de embriaguez y libertinaje.
Otros historiadores, consideran que los antecedentes del Carnaval están en las fiestas luparcales que se celebraban en Roma en honor a Luparca, la loba que amamantó a Rómulo y Remo, donde se enaltecia la sexualidad masculina, el 15 de Febrero. Otros ven sus antecedentes, en las fiestas saturnales en honor de Saturno, protector de la agricultura, que solían celebrarse en Roma del 17 al 24 de Diciembre. Eran días próximos a la fiesta del Sol Invictus, en el que se iniciaba la nueva luz con la entrada del invierno y se celebraban en el Foro Romano. Parece más probable, que los antecedentes del Carnaval se sitúen, dada la proximidad del calendario, en Febrero y Marzo, en las fiesta en honor de Baco o de las organizadas en honor de Luparca, aunque los excesos que se cometían en la comida y la bebida y otros placeres, eran muy parecidos.
Sin embargo, tras la subida al poder del emperador Constantino el Grande, a principios del siglo IV d.C. y una vez decretada la libertad religiosa para los cristianos, las nuevas autoridades religiosas del Cristianismo, acordaron la celebración de la Pascua, en la que se recordaba la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Esta fiesta cristiana, era precedida de un período de cuarenta días, durante el que se prescribía la penitencia, el ayuno y la oración, que se denominó Cuaresma y que ponía fin a las fiestas bacanales y las luparcales. Desde ese momento, la Cuaresma ofrecía un modelo cultural alternativo y distinto de las antiguas fiestas romanas, que pasaron a denominarse Carnaval. Dos visiones y dos visiones culturales que se contraponían y que estaban presentes en la sociedad de la época, en los que se expresaban, de una parte, el enaltecimiento de la vida y sus placeres, y la importancia de la austeridad, del esfuerzo y la disciplina de la vida interior, de otra.
II
Auge del Carnaval en la Edad Media
Estas distintas miradas coexistieron muchos años, como demuestra la preocupación que San Isidoro de Sevilla tenia en el siglo VII con el arraigo de estas fiestas de Carnaval, de origen pagano. Según las crónicas medievales, hasta el siglo X, las fiestas de Carnaval no tuvieron una mayor difusión, salvo su presencia en alguna ciudades. Los nuevos movimientos migratorios que se sucedieron al final de la Edad Antigua, durante el siglo V y VI, en los territorios del imperio de Roma, al ser invadidos por pueblos germánicos: francos, godos, ostrogodos, visigodos, suevos y alanos no favorecieron la expansión del Carnaval, aunque no desaparecieron. A partir del siglo VII las conquistas musulmanas consolidaron su poder y costumbres sobre aquellos, en la península ibérica, y en el norte de Africa. La violencia de las guerras que se sucedieron en este período, no creó un clima adecuado para recuperar antiguas costumbres. No obstante se conservaron en algunas ciudades durante el período visigodo, como se sabe por las opiniones de San Isidoro de Sevilla, ya indicadas. A ello hay que sumar la importancia de una sociedad principalmente rural, dentro de unas estructuras sociales y económicas propias de la sociedad feudal, en la que los castillos y los monasterios, eran las sedes de los señoríos y el referente del poder económico y militar en manos de la nobleza, del alto clero y de su influencia en los usos y costumbres sociales.
Será a partir del siglo XII y durante el Baja Edad Media, cuando abundan las crónicas acerca del Carnaval, poniendo de relieve, que estas fiestas se extendían gracias al crecimiento y auge de las ciudades; al desarrollo del comercio, el trabajo de menestrales, artesanos y de sus cofradías; y también potenciada por la liberación de los siervos de la gleba, que abandonaban los campos y buscaban mejores oportunidades de vida en los burgos y ciudades, que crecían en torno a los castillos y monasterios. Estos cambios económicos impulsaron una serie de transformaciones sociales, que influyeron en las clases sociales y en las costumbres; estos cambios favorecieron un notable apogeo del Carnaval, como expresión de la liberación de amplios sectores populares y burgueses, respecto del poder de la nobleza y del clero, fomentado una actitud crítica. En esta época, la celebración de las fiestas de Carnaval suponía un movimiento cultural en el que participaban todos los sectores sociales. Se liberaban de prejuicios sociales, y los sectores menos favorecidos proferían fuertes críticas y burlas, dirigidas a los mas poderosos, ya fuesen burgueses, nobles y clero, recurriendo a panfletos, coplas, máscaras y disfraces para ocultar la identidad de las personas. También eran días en los que la abundancia de la comida, especialmente carnes y consumo de vino, con bailes callejeros y comparsas daban lugar a excesos, que simultaneaban con actitudes licenciosas y orgías.
III
El Carnaval en el Libro de Buen Amor
Para una mejor comprensión de este antagonismo cultural Carnaval / Cuaresma, es interesante detenerse en la figura de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, provincia de Guadalajara, que vivió en el siglo XIV, y escribió el Libro de Buen Amor en el que trata de la pelea de Don Carnal y Doña Cuaresma, del que el historiador Claudio Sánchez Albornoz (1893-1984 ) nos ofrece su contexto histórico:
“Nacido quizás en una villa como Alcalá, aburguesada desde hacía tiempo y arcipreste en otro centro urbano, alejado del estruendo caballeresco, vivió en una Castilla, que después de la gesta histórica comenzaba a abrirse a una nueva vida. Juan Ruiz perteneció además, a una generación que había presenciado al alargamiento de la reconquista, los desastres de la guerra civil, la ascensión del pueblo al primer plano de la vida política y el despliegue económico del reino.”(1)
Para caracterizar a continuación, el lenguaje del Arcipreste de Hita, como burlón, satírico e irónico, propio del espíritu burgués que avanzaba en las ciudades medievales:
“ Me inclino a creer que la ironía de Juan Ruiz ha sido muy dejada de lado como faz esencial del Libro de Buen Amor. Nadie ha pensado, por ejemplo, en relacionarla con un primer relampaguear del espíritu burgués en la Castilla del trescientos. Sin embargo, me parece seguro que Juan Ruiz inició ese cambio en la sensibilidad literaria castellana (....)En cuanto tuvo de disidencia, de ruptura y de novedad frente a lo teocentrico, lo caballeresco, lo vasallatico, lo señorial...el espíritu burgués empezó a manifestarse mediante burlas, más o menos vivaces, de todo lo que había constituido hasta allí, el eje de la vida medieval. Mediante burlas salidas de hombres inquietos y cargados de humorismo, que al contemplar el mundo en torno, sentían estallarles en el pecho, una carcajada, más benévola que sañuda, ante ideas, instituciones, prácticas, usos, formulas ...hasta allí ancladas en el común asentimiento, pero que empezaban a perder autenticidad vital. (…......). Juan Ruiz iluminó con sus sonrisa nada sañuda la gran comedia humana de su época y se burló de la vida religiosa, de la vida caballeresca, de las prácticas piadosas, de los ejércitos y batallas, de la justicia, de la clerecía, de los teoréticos rigores morales y hasta del mismo buen amor. Con el Buen Amor, sopla en Castilla por primera vez, el espíritu burgués en lo que tenia de ruptura crítica frente a las ideas, las instituciones, las normas, los valores, las fórmulas consagradas por la tradición. (…........).La modernidad de la ironía de Juan Ruiz estriba precisamente en su bufo enfrentamiento con una sociedad en trance inicial de crisis cuando el humorismo contemporáneo se enfrentó con ella. Bajo el reinado de Alfonso XI (fallecido en 1350), se inició el giro decisivo hacia una sociedad nueva. Enpezaron a caducar muchas ideas y muchos valores antes, inconmovibles y al parecer eternos. Apenas lo sospechaban los contemporáneos. El Arcipreste con sus parodias puso el dedo en la llaga”(2)
Desde la perspectiva de la sociedad actual, cabría pensar que el lenguaje satírico y mordaz del Arcipreste de Hita, era compartido por sectores minoritarios de esa burguesía incipiente que aspiraba al poder económico y social, alejado de las masas populares. Sin embargo, no fue esta la percepción popular de la época, según Claudio Sanchez Albornoz:
“De ahí su éxito entre el pueblo. Entre el pueblo menos rudo, bárbaro y sañudo que antaño, pero más seguro del tambalearse de la torre clerical y caballeresca, hasta allí muy firme, ante los golpes de ariete de la monarquía. Obsérvese que la realeza, contra la que se habían alzado los cantares de gesta, escapa casi excepcionalmente, a la befa general del Arcipreste contra todo y contra todos, y es invocada ( la monarquía) como instancia suprema de apelación.” (3)
Entrando en el fondo del tema que más nos interesa, merece recordar cómo describe el Arcipreste de Hita, de forma simbólica y satírica la pelea de Don Carnal y Doña Cuaresma, que se inicia al ser desafiado y retado Don Carnal a través de dos cartas, en castellano medieval, que le envía Doña Cuaresma. En la primera le dice:
“ De mi, santa Quaresma, sierva del Salvador, embiada de Dios a todo pecador, a todos los arçiprestes e clérigos sin amor, salud en Jhesú Cristo fasta la Pascua Mayor. Sabed que me dixeron que ha çerca de un año, que anda Don Carnal sañudo, muy estraño, astragando mi tierra, faziendo mucho daño, vertiendo mucha sangre, de lo que más me asaño. E por aquesta razón, en vertud de obediençia, vos mando firmemente, so pena de sentençia, que por mí e por mi Ayuno, por mi Penitençia, que l´desafiedes luego con mi carta de creençia. Dezidle de todo en todo que, de oy en siete días, la mi persona mesma e las conpañas mías, iremos pelear con él e con sus porfías; creo que no s´nos tenga en las carneçerías. Dadla al mensajero esta carta, leída, llévala por la tierra, non la traya escondida, que non diga su gente que non fué aperçibida.” (4)
Nuevamente, Doña Cuaresma le desafía a la batalla en el campo para que cumpla su mandato:
“ Otra carta traía abierta e sellada, una concha muy grande de la carta colgada; aquél era el sello de la dueña nombrada; la nota es aquesta, a Carnal fué enbiada: De mí, Doña Cuaresma, justiçia de la mar, alguaçil de las almas que se han de salvar, a tí, Carnal goloso, que no t´coidas fartar, embiote el Ayuno por mi desafiar; desde hoy en siete días, tú e tu almohalla, (huestes) que seades conmigo en canpo, a la batalla; hasta el Sábado Santo darvos he lid sin falla; de muerte o de lisión no podrás escapalla.”(5)
Don Carnal reaccionó con orgullo y a la defensiva como describe el mismo Arcipreste de Hita:
“Las cartas resçibidas, Don Carnal argulloso mostró en sí esfuerço, pero estava medroso; non quiso dar respuesta, vino muy acuçioso, troxo muy grande mesnada, como era poderoso. Desque vino el día del plazo señalado, vino Don Carnal ante; está muy esforçado, de gentes bien guarnidas, muy bien acompañados.(6)
De inmediato, Don Carnal revisó sus huestes, organizó las lineas de defensa y de ataque en campo abierto, de forma muy imaginativa y concienzuda, a la espera de Doña Cuaresma:
“Puso en la delantera muchos buenos peones: gallinas e perdices, conejos e capones, ánades e gordos ansarones, fazían su alardo çerca de los tizones. Éstos traían lanças de peón delantero, espetos muy cumplidos de fierro e madero; escudávanse todos con el grand tajadero: en la buena yantar éstos viene primero. En pos de los escudados están los ballesteros: las ánsares çeçinas, costados de carneros, piernas de puerco fresco, los jamones enteros; las puestas de la vaca, lechones e cabritos allí andan saltando e dando grandes gritos; luego los escuderos, muchos fresuelos friscos que dan de las espuelas a los vinos bien tintos.(7)
Pasando revista a su mesnada en forma de viandas y manjares exquisitos, en los que no faltaban faisanes, gamos, jabalies, ciervos, liebres, el cabrito montés, el buey y abundante vino, Don Carnal se sintió satisfecho:
“ Estava Don Carnal ricamente assentado a mesa mucho farta, en un rico estrado, d´esas muchas viandas era bien abastado; delante sí juglares, como omne mucho honrado (….). Desque vino la noche, mucho después de çena, que tenía cada uno la talega llena, para entrar en facienda con la dueña serena; adormiéronse todos después de en ora buena.(....) Faza la medianoche, en medio de las salas vino Doña Quaresma: ¡Dios Señor, tú me valas! Dieron bozes los gallos, batieron las alas, fueron a Don Carnal aquestas nuevas malas. Como avía el buen omne sobramucho comido, con la mucha vianda mucho vino bevido, estaba apesgado e estava adormido, por todo el su real entró el apellido. Todos amodorrados fueron a la pelea, pusieron las sus azes, ninguno non pleitea.” (8)
De la pelea no salió bien parado Don Carnal, frente a Doña Cuaresma, y solicitó confesión:
“Vino luego un fraile para lo convertir; començol a pedricar e en Dios a departir; ovose don Carnal luego mucho a sentir, demandól penitençia con grand arrepentir. En carta por escrito le dava sus pecados, con sello de poridat çerrados e sellados; respondióle el fraire que l´non seríen tomados; çerca esto le dixo muchos buenos ditados: Non se faze penitencia por carta nin por escrito; sinon por la su boca del pecador contrito; non puede por escrito ser asuelto nin quito; mester es la palabra del confesor bendito.” (9)
Dejamos en suspenso, por ahora, las andanzas de Don Carnal, arrepentido de sus excesos en el comer y beber y confesado por un fraile, tal como cuenta el Arcipreste de Hita. Pero esta historia no acaba aquí y se retomará más adelante, cuando Doña Cuaresma imponga a Don Carnal una penitencia muy dolorosa.
IV
El Carnaval en el Quijote y en la Edad Moderna
Tras el paréntesis originado por la pandemia de la Peste Negra entre 1348 y1350 y otras posteriores, en toda Europa y Oriente, se recuperó la costumbre de celebrar el Carnaval en las principales ciudades, como lo reflejan las crónicas de la época. Es Miguel de Cervantes (1547- 1616), quien, en opinión de algunos estudiosos de su obra, traza un paralelismo notable entre el tono crítico, satírico y burlesco de sus personajes, Don Quijote y Sáncho Panza y los sucesivos personaje que van desfilando en sus andanzas por las tierras de la Mancha, y las características del Carnaval. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, es una crítica satírica a los libros de caballería y de paso, a la ficción y apariencias de los usos y costumbres de su época. Asimismo, Cervantes confronta de una parte, la fantasía y los sueños de Don Quijote con la dura realidad, incurriendo en sucesivos errores, en opinión del historiador Américo Castro (1885-1972):
“ El error puede consistir en la falsa interpretación de una realidad física ( venta-castillo, molino-gigantes; carneros- ejército; río Ebro- Océano, etc,etc); sus resultados, en fin de cuentas, se sitúan siempre en la gama de lo cómico ( ridículo, humorismo etc..)..........Hay un número considerable de personajes que se engañan moralmente, fuera de los del Quijote, lo cual prueba que se trata de una tendencia en el autor, de la que es caso máximo su obra maestra.”(10).
Sus protagonistas confrontan el mundo imaginario y de fantasía que anidaba en Don Quijote frente al realismo de Sancho, ya fuese con Dulcinea del Toboso, cuando realmente era Aldonza Lorenza; o en el episodio en el que Don Quijote arremetió contra los molinos de viento, creyendo ver gigantes, que le dejaron malherido, a pesar de los gritos de Sancho, advirtiéndole del error; o el episodio de los galeotes y otras aventuras, de las que destaca, cuando el Duque nombra a Sáncho Panza, gobernador de la insula Barataria, ante las burlas de los nobles y aristócratas disfrazados de plebeyos y siervos. Un mundo irreal, lleno de burlas, ironía y ficción, a través del cual, Cervantes quiso expresar su visión del mundo, subvirtiendo las formas, la interpretación de la realidad, las normas legales y los códigos morales, imperantes de la sociedad de su tiempo, tal como recuerda Américo Castro:
“Así, en los galeotes, Cervantes intenta hacernos ver que aquellos sujetos no deben ir a galeras; no hay justa consecuencia entre los delitos y sus penas ( el torcido juicio del juez). La sociedad y la justicia no debieron, moralmente, imponer aquellos castigos, juzgados arbitrarios por don Quijote y por Cervantes; henos ante un primero y fundamental error. Pero los guardas están obligados, por su función, a no soltar a los galeotes, punto de vista explicable, pero que Don Quijote, por altos designios, cree de su deber violentar: segundo error. Los galeotes están libres y aspiran a correr por el ancho mundo; su libertador quiere que vayan con las cadenas a hacer pleitesía a Dulcinea. Nueva incongruencia de dos puntos de vista: tercer error. (…...)¿Tiene razón la justicia al condenar a los galeotes?¿La tienen los guardas?,¿O los galeotes?o¿Don Quijote mandándoles ir con sus cadenas a los pies de Dulcinea ?.“ (11).
Es precisamente esta falta de adecuación entre la realidad y el mundo de Don Quijote, indicada por Américo Castro, la que recorre el conjunto de la obra de Cervantes y sintoniza con la dimensión satírica y crítica del Carnaval que ya señalara Claudio Sánchez Albornoz, en su semblanza del Arcipreste de Hita en el siglo XIV.
Durante el siglo XVI, especialmente en el reinado de Carlos I y Felipe II, el Carnaval estuvo prácticamente prohibido. Sin embargo, en América las fiestas de Carnaval llegaron tras la colonización de españoles, portugueses y franceses en el siglo XVI, como se confirma, con ocasión de la visita de Fray Bartolomé de Las Casa a un pueblo llamado Ruinas de Vega Vieja en el año 1520, al ser recibido con gran alborozo, festejos y máscaras. El Carnaval en América tuvo un arraigo notable, especialmente entre la población aborigen, mulatos y esclavos africanos, incorporando elementos culturales propios, especialmente en la música y en los bailes. Con la subida al trono de Felipe IV siendo valído el Conde Duque de Olivares, se levantaron dichas prohibiciones y volvieron a normalizarse las fiestas carnavalescas, para languidecer con la llegada de Carlos II. En la época de Felipe IV, durante las fiestas del Carnaval, se realizaban innumerables sátiras y burlas, pero también muchas bromas de muy mal gusto, que contribuían a su descrédito por sus innumerables molestias.
Es interesante señalar la importancia que ha tenido y tiene actualmente, el Carnaval de Venecia en la fiestas celebradas en Europa. Su origen data de 1296 cuando el Dux de Venecia lo autorizó a petición de su primer secretario Christopher Tolive. En los días previos a la Cuaresma, la ciudad era objeto de fiestas y la visitaban numerosos ciudadanos de distinta procedencia, que se unían a los venecianos en los paseos en góndolas, en las calles y en la plaza de San Marcos. Sus máscaras, sus trajes lujosos, y sus bailes en los palacios de las familias aristócratas, alcanzaron su mayor esplendor en el siglo XVIII. En la actualidad, Venecia continúa celebrando las fiestas de Carnaval, con sus vistosos e imaginativos trajes y máscaras, llenos de colorido, inspirados en los que se usaban en el siglo XVIII. Hubo períodos en los que el Carnaval de esta bella ciudad italiana, fue prohibido, bajo el dominio de Napoleón en 1798 y posteriormente durante el siglo XIX. Será progresivamente en el siglo XX cuando volvió a recuperar el esplendor y prestigio de antaño.
En España, la nueva dinastía de los Borbones volvió a prohibir el Carnaval con Felipe V y Fernando VI, aunque fue levantada dicha prohibición por Carlos III y restablecida nuevamente por Carlos IV y Fernando VII. Se levantaron las prohibiciones a partir de 1836, durante la minoría de edad de Isabel II, en el período liberal. Este periodo de tolerancia se interrumpió durante la dictadura de Primo de Rivera y la dictadura de Franco, y se legalizaron durante la II República en el siglo XX. Con la normalización de la Democracia en 1977, las fiestas de Carnaval se restablecieron progresivamente en numerosas ciudades y pueblos, y desde entonces, el centro de las fiestas no han sido los excesos en la comida y en la bebida, sino la organización de espectáculos, con desfiles de carrozas y bailes de disfraces, que compiten por conseguir los mejores premios, todo ellos en un ambiente lúdico. En menor medida, se ha preservado el sentido crítico y satírico de la sociedad, que caracterizan a las comparsas y chirigotas de Cádiz, como se ha venido poniendo de manifiesto desde entonces en las fiestas de Carnaval hasta hoy. Las comparsas y chirigotas de Cádiz, con sus concursos en el teatro Falla y posteriormente con sus pasacalles a ritmo de pasoboble por la ciudad, ejemplifican una mixtura de humor gaditano y crítica social, como bien se refleja, a título de ejemplo, en la letra de la chirigota “ Los Yesterday”que se llevó el primer premio en el año 1999:
“Aunque diga Blas Infante, andaluces levantaos, perdón que no me levante,
pero estoy mejor sentao. Bueno, via poner de pié. Via dejar tonterías.
Venga, una, dos y tres. Qué bonita es Andalucía. Venga, vamos a ponernos serios,
que vamos a cantar el himno. Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos.
Lo que fuimos antiguamente, pobres y vasallos. Siervos de terratenientes
de chulos a caballo.
Si este pueblo se disparata con la boda de un mata vaca y la niña de una duquesa.
Si este pueblo se le arrodilla a una espada y a una mantilla, este pueblo me da vergüenza.
Menos rollo de verdes lunares, de campiñas y de olivares. Que así luego nos luce el pelo.
Casta.
Esta
y otras letras llenas de crítica mordaz, forman
parte del repertorio habitual del Carnaval de Cádiz, muy
distintas de los espectáculos que se organizan en Venecia, Santa
Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria y de los desfiles a
ritmo de sambas en Rio Janeiro y en ciudades de Latino America
V
La Cuaresma. Su origen.
La Cuaresma se instituyó en la época del emperador Constantino el Grande, con ocasión de la celebración del Concilio de Nicea en el año 325, que reunió a gran parte de los obispos de la Cristiandad en Nicea, actual Turquía, para debatir cuestiones canónicas, dogmáticas, de moral y costumbres, así como de calendario. Entre las cuestiones que se debatieron y acordaron, fueron, entre otras, la definición del contenido fundamental de la fé en el “ Credo”; la fijación de la Natividad el 25 de Diciembre, a partir del aumento de la luz sobre el planeta Tierra, tras el soslticio de invierno; la fijación de la celebración de la Pascua conmemorando la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, durante una semana a partir del primer Domingo después de la primera luna llena de la primavera; y la celebración de la Cuaresma durante 40 días antes del inicio de la Pascua. Por ello, la celebración de la Cuaresma determina la del Carnaval.
Muy probablemente, entre los Obispos y presbíteros cristianos existía una gran preocupación por las fiestas que se venían celebrando en honor a Baco y a Luparca, entre Febrero y Marzo. Siendo conscientes que eran unas costumbres muy arraigada en el pueblo romano, optaron por conservarlas al tiempo que, establecieron un tiempo distinto llamado Cuaresma, orientado a la práctica de la austeridad, la frugalidad, la solidaridad compartiendo los bienes con los necesitados, el silencio, el sacrificio y la oración, como preparación para la celebración de la Pascua identificándolo con la estancia de Jesús retirado en el desierto. La elección del tiempo de Cuaresma se inspiró en el número 40 de la simbología bíblica: en los 40 años del diluvio universal, en los 40 años de la travesía del desierto cuando el pueblo hebreo marchó de Egipto a la búsqueda de la Tierra prometida y también en los 40 días y noches que permaneció Jesús en el desierto. En rigor, no quiere decir que fuesen literalmente 40 días y 40 años, ya que este número para los judíos simbolizaba el tiempo óptimo para alcanzar la perfección, la conversión y la iluminación. En suma, respetaron las costumbres festivas romanas, e impulsaron una cultura alternativa que minorase sus consecuencias en la moralidad de las costumbres, siguiendo los consejos de San Pablo, exhortando a dejar el hombre viejo y fortaleciendo las virtudes del hombre nuevo.
VI
Contenido y Penitencia de la Cuaresma
Los contenidos de la Cuaresma fueron en lineas generales formulados por el Concilio de Nicea en el año 325. Sin embargo, su práctica muy rigurosa al principio, fue desarrollándose en los siglos siguientes, con especial atención al ayuno y frugalidad en las comidas, abstinencia de carne, mesura en la bebida y generosidad en la limosna. Paulatinamente fue mitigándose su rigor, circunscribiéndose a los viernes y al miércoles de ceniza, comprendidos dentro del período de los 40 días. Sin embargo, el grito del profeta desde hacía varios siglos creó una imagen de mayor autenticidad y profundidad ( Isaias 58.5-9 ):
¿Es éste el ayuno que yo quiero, el día que se humilla el hombre?. ¿Había que doblegar como junco la cabeza en sayal y ceniza estarse echado?. ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahveh . ¿No será mas bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los oprimidos y romper toda clase de yugo?. ¿No será partir tu pan con el hambriento, acoger en tu casa a los pobres sin hogar?; ¿vestir al que veas desnudo y no apartarte de tu semejante ?. Entonces brotará tu luz como la aurora y tu herida se curará rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria de Yahveh te seguirá. Entonces clamarás, y Yahveh te responderá, pedirás socorro y dirá: aquí estoy.”
En la práctica de la Cuaresma, generalmente los cristianos de las distintas confesiones, han dado una orientación individual al espíritu de penitencia, sacrificio, ayuno y oración que lo inspira, olvidando con relativa frecuencia, esa otra dimensión que recordaba el profeta Isaias: dar la libertad a los oprimidos, partir tu pan con el hambriento, acoger a los pobres y vestir al desnudo. Lamentablemente, sectores de cristianos, en numerosos países apoyan a quienes marginan a los pobres, a los inmigrantes y a otras minorías étnicas en América y en Europa.
De otra parte, en su obra El Libro de Buen Amor, el Arcipreste de Hita anunciaba, con su lenguaje satírico y sarcástico, que el Carnaval terminaba el Martes y daba paso al Miércoles corvillo o de ceniza. Una vez vencido Don Carnal en justa contienda, y arrepentido de haber llevado aquella vida licenciosa, comenzaba el tiempo de Dª. Cuaresma, dando a conocer la penitencia que el fraile puso a Don Carnal por su vida anterior, centrada en los manjares de la mesa y en el ayuno:
“ Desque el santo fraire ovo a Carnal confesado diol esta penitencia: que por tanto pecado, comiese cada día un manjar señalado e non comiese más, e sería perdonado:
El día del domingo, por tu cobdiçia mortal, conbrás garbanzos chochos con aceite, e non al: irás a la iglesia e non estarás en la cal, que non veas el mundo, no cobdiçies el mal.
En el día del lunes, por tu soberbia mucha, conbrás de las arvejas mas non salmón nin truchas, irás oir las oras, non provarás la lucha, ni bolverás pelea segund que la as ducha.
Por tu grand avaricia, mándote que el martes, que comas los formigos e mucho non te fartes; el medio de un conbrás, o las dos partes, para por Dios lo otro ta mando que apartes.
Espinacas el miércoles conbrás non muy espesas, por tu loca luxuria, conbrás poquillas
d´esas, non guardaste casadas nin a monjas profesas, por conplir tu furniçio, fazeis grandes promesas.
El jueves çenará por la tu mortal ira e porque t´prejuraste deziendo la mentira: lentejas con la sal: en rezar te remira; quando mejor te sepan, por Dios de tí las tira.
Por la tu mucha gula e grand golosina, el viernes pan e agua conbrás, e non cozina, fostigorás tus carnes con santa disçiplina: averte ha Dios merced e saldrás de aquí aina.
Come el día del sábado las havas e non más por tu envidia mucha, pescado non conbrás; comoquier que algund poco en esto lastarás, tu alma pecador ansí la salvarás.
Anda en este tiempo por cada çimiterio, visita las iglesias rezando el salterio, está y muy devoto al santo ministerio; ayudarte ha Dios e avrás pro de lazerio. Dada la penitencia, fizo la confesión; estaba Don Carnal con muy grand devoción deziendo mea culpa; dióle la absolución; partiodes d´el fraile, dada la bendición. Finçó allí encerrado Don Carnal el coitoso, estava de la lid muy flaco e lloroso,doliente e malherido, costribado o dolioso; non lo ve ningún cristiano religioso.(12)
Sin duda alguna, la dieta que prescribió el fraile a Don Carnal, a base de garbanzos, arvejas, formigos, espinacas, lentejas , pan y agua, era tan rigurosa que ya el propio Arcipreste advertía que Don Carnal “ estava de la lid muy flaco e lloroso, doliente e malherido, constribado o dolioso”. Adiós a la buena mesa llena de lechones, codornices, faisanes, sardinas y otros muchos manjares, que le deleitaban antes de la llegada de Doña Cuaresma. ¡ Qué días tan felices fueron para Don Carnal !. Y sin embargo, no menos interesante fue lo que aconteció después que Dª Cuaresma diese instrucciones de enviar a las lavanderas: las escudillas, sartenes, tinajas, calderas, cañadas y barriles utilizados por Don Carnal, y como era Miércoles de Ceniza, según cuenta el Arcipreste de Hita:
“ Bien como en este día para el cuerpo repara, así en este día por el alma se para; a todos los cristianos llama con buena cara que vayan a la iglesia con conçiencia clara. A los que allá van con el su buen talente, con çenica los cruza de ramos en la fruente; dizeles que s´conoscan e que les venga enmiente que son çeniza e tal tornarán çiertamente. Al cristiano católico, dale el santo sino porque en la quaresma biva limpio e dino; da mansa penitencia al pecador andino, ablanda roble duro con su blando lino. En cuanto ella anda estas obras faziendo, Don Carnal el doliente iva saliendo aviendo, ivase poco a poco de la cama irguiendo, pensó cómo feziese como fuese irguiendo. Dixo a Don Ayuno el Domingo de Ramos: Vayamos oir Misa, señor, vos e yo amos; vos oiredes Misa, yo rezaré mis salmos, oirémos pasión, pues baldíos estamos.” (13)
VII
¿ Que Significa hoy el Carnaval y la Cuaresma?
Intentar aproximarnos al significado de una y otra manifestación cultural, requiere una reflexión que va más allá de las apariencias y manifestaciones concretas que observamos. Ya sea por la experiencia personal y colectiva que hemos vivido, o bien por lo conocido a través de los medios de comunicación y de las crónicas históricas, se observa que las formas visibles, tanto del Carnaval como de la Cuaresma, ocultan un fondo no fácil de aprehender y descifrar. Para entender qué se esconde tras los disfraces, las burlas y excesos de los sentimientos y de las pulsiones desencadenadas, bajo el manto protector del Carnaval, de una parte, y de las actitudes que conducen a la frugalidad, la austeridad, al esfuerzo, y a la penitencia de la Cuaresma, de otra, conviene recordar que los seres humanos actuamos por motivaciones y pasiones, frecuentemente, antagónicas:
-Se confrontan de una parte, los sueños, la imaginación y la crítica social, así como los cambios del orden social y las normas que lo regulan, y de otra, la dura realidad que obliga a reconocer la fragilidad humana, sus limitaciones y la necesidad de la vida interior y la sujeción a las leyes.
-La centralidad del alimento en la existencia humana, explica que en las fiestas de Carnaval, la abundancia y los excesos en el comer y en el beber, simbolizan la opulencia de los poderosos, frente a la quimera y ensoñación de los pobres y desheredados de la tierra, sometidos a la austeridad y sobriedad a que están obligados para sobrevivir.
-Un poderoso canto a la vida, al amor, a la libertad y al erotismo, rompía una moralidad muy ligada a la templanza, la frugalidad, el sufrimiento y al trabajo y a las relaciones afectivas entre mujer y varón.
-Ambas visiones, pueden y debieran armonizarse y contribuir al equilibrio de las formas de vida de las personas y de las sociedades, integrando el gozo y la alegría con los momentos de pesadumbre; la vida interior y la templanza, con la entrega y el amor al necesitado en la mejor tradición del profeta Isaias.
-Todos los caminos pueden conducir al misterio inefable de la vida; a la conversión y a la iluminación personal; a la alegría y a la tristeza; a la fortaleza y a la fragilidad; al bienestar y a las penalidades. Finalmente, al encuentro del que viene a nosotros derramando la alegría de su Amor y su Misericordia.
Fuentes citadas
Claudio Sánchez Albornoz. Hª Crítica de la Literatura Española.Volumen .I. Pág. 30. Edit.Crítica 1980.
Claudio Sánchez Albornoz. Hª Crítica de la Literatura Española.Volumen I. Pág.29. Edit.Crítica 1980
Claudio Sánchez Albornoz. Hª Crítica de la Literatura Española.Volumen I.Pág. 30. Edit.Crítica 1980
Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor. Pag.177. Espasa Calpe. 2003
Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor. Pág. 177.Espasa Calpe. 2003
Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor. Pág. 178. Espasa Calpe. 2003
Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor. Pág. 178. Espasa Calpe. 2003
Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor.Pág. 180. Espasa Calpe. 2003.
Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor. Pág.183. Espasa Calpe. 2003.
Américo Castro. Hª Crítica de la Literatura Española. Volumen II. Págs. 624-625. Ed.Crítica. 1980
Américo Castro. Hª Crítica de la Literatura Española.Volumen II Págs.625-626. Edit .Crítica. 1980
Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor. Pags.187-188. Espasa Calpe. 2003
Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor. Pags.188-189. Espasa Calpe. 2003
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