viernes, 7 de enero de 2022

 

                                 TEILHARD DE CHARDIN

                                                                    III

                                          ttps://teilhard.net/biografia-de-teilhard-de-chardin/  


                                                        Leandro Sequeiros

                            Vicepresidente de la Asociación de Amigos de Teilhard de Chsrdin

                                 Presidente de la Asociacion Interdisciplunar José de Acosta

    

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                     El Despertar científico en China



Con la finalidad de alejarle de París, los superiores de la Compañía de Jesús, ofrecieron a Teilhard la oportunidad de realizar trabajos de investigación con el jesuita científico Émile Licent, que estaba haciendo estudios como paleontolologo en los alrededores de Pekin, en la lejana China. El 1º de abril de 1923 Teilhard se embarcó en Marsella hacia China. Poca idea tenía   que este supuesto corto viaje, sería el inicio de muchos años de viajes que seguirían y la gran contribución de China a sus inquietudes científicas. Su primer periodo en China lo pasó en Tientsin, una ciudad costera a unos ciento treinta km. de Pekin, donde Émile Licent había construido su museo de historia natural para los fósiles que había recolectado en China desde su llegada en 1914.



Teilhard y Emile Licent eran dos personalidades diferentes. E. Licent, nada convencional en el vestir, taciturno y muy independiente en su trabajo, interesado en coleccionar fósiles más que interpretar su significado. Teilhard era más formal, disfrutaba la conversación en sociedad, en la cual podía relacionar sus conocimientos geológicos a una amplia esfera científica e interpretativa. Casi inmediatamente Teilhard se familiarizó con la colección de E. Licent y ante una solicitud urgente, envió un informe a la Sociedad Geológica China. En junio de 1923 Teilhard y E. Licent emprendieron una expedición al desierto de Ordos al oeste de Pekin, cerca de la frontera con Mongolia Interior. Esta expedición y las sucesivas que realizó junto con E. Licent durante los años 20s le proporcionaron a Teilhard una información muy valiosa sobre los restos paleolíticos en China.



El principal interés de Teilhard durante esos años fue principalmente en el terreno de las ciencias naturales. Aunque conoció innumerables grupos étnicos, rara vez se adentró en sus culturas más de lo necesario para mantener bien las expediciones o satisfacer un interés general. Irónicamente las tradiciones del confucionismo, el principal sistema de pensamiento chino con su visión de la identidad cósmica entre cielo, tierra y hombre, quedaron fuera de los intereses de Teilhard. En sus Cartas de viaje, dejó registradas sus impresiones sobre Mongolia, su gente, su geología, su vegetación y los animales de la región. El 10 de septiembre de 1924 Teilhard se encontraba en Shanghai donde visitó la tumba de su hermana mayor.



                            Viajes de ida y vuelta a China



El 13 de Septiembre de 1924 dejaba China y permaneció en París y se incorporó al Instituto Católico durante el año 1925. Sin embargo, los superiores religiosos jesuitas, le obligaron a dejar el Instituto Católico de París. El 26 de abril de 1926, se embarcó nuevamente, hacia China en el Angkor, llegando a Tientsin el 10 de junio.



Teilhard, una vez instalado en Tientsin, catalogó el considerable material que Emile Licent había reunido el año anterior. Ambos estaban ansiosos por regresar al trabajo de campo y así, su vida en China se dividió en expediciones de campo y contactos con colegas estadounidenses, suecos, chinos y gente del Museo en París y el Instituto de Francia. Las principales expediciones, una incompleta hacia Kansu, otra al valle de Shan-kan-ho y un nuevo viaje al este de Mongolia. E. Licent tenía planes para hacer otra expedición que los llevaría hasta el Tibet, pero la guerra civil entre el Ou Pai Fou y el Kuominchung Comunista se los impidió. Al respecto, Teilhard escribió:


China está aún en completo desorden. Los ferrocarriles están desorganizados. Tres cuartas partes de la población son indiferentes a lo que sucede. Pese a todo esto, estoy convencido que en el curso de una generación un suceso dará nacimiento a algo diferente.”


Este segundo periodo en Tientsin está marcado por algunos eventos significativos, entre ellos la visita del Príncipe y la Princesa de la Corona Sueca y después la de Alfred Lacroix del Museo de Historia Natural de París que le dieron un nuevo estatus a Teilhard y marcaron su movimiento gradual de Tientsin hacia los más sofisticados círculos científicos de Pekin. Allí, equipos estadounidenses, suecos y británicos, habían empezado a trabajar en un prometedor sitio llamado Chou-kou-tien. [3]



         Mientras tanto, Teilhard sostenía correspondencia con sus superiores. Su adaptabilidad le permitió hacer de China su nuevo hogar, sin embargo, París seguía siendo el centro de su mundo, donde deseaba mantener sus raíces, pues allí encontraba su real vida donde podía desarrollar su gran capacidad de actividad y tenía los medios para completar sus investigaciones. Entonces les propuso un plan a sus superiores que de hecho fue aceptado: estar un tiempo en París (18 meses) para publicar lo que había escrito y reanudar sus contactos con los círculos científicos y regresar a China por un tiempo similar de 18 meses. Marchó a Francia el 27 de agosto de 1927 y continuó dividiendo su tiempo entre China y Paris hasta 1929 

En algunos de sus viajes de esta época Teilhard dejó constancia de la devastación ambiental que ya por aquellos años sucedía en el lejano oriente :


El país es pintoresco: es sólo una enorme meseta cortada en múltiples valles por una red de cadenas rocosas y abruptas. Pero lo que desespera es ver la tala estúpida y nefasta que los colonos chinos han realizado en esta región; bosque era hace menos de un siglo y hoy está completamente pelada. Por todas partes se abren enormes grietas, por las que las tormentas acarrean torrentes de piedra y de tierra…”


          En febrero de 1927 le ofrecieron a Teilhard coordinar los trabajos concernientes a los vertebrados y al hombre fósil de China, oferta realizada por los especialistas chinos, suecos y estadounidenses y por la fundación Carnegie. Hasta entonces, había estado comisionado en sus investigaciones por el Museo de París y los medios de que disponía eran mediocres. Continuando como representante del mismo Museo, pero investido de estas funciones que aunaban, bajo su dirección, todas las operaciones de este basto dominio con el poder de los capitales estadounidenses, veía acrecentarse grandemente los medios de acción.


        Me encuentro ahora (con otros muchos, naturalmente) a la cabeza de un movimiento geológico en China; en mi campo especial llego a desentrañar ciertas formaciones que abarcan una extensión más o menos como media Europa. No puedo abandonar esto.”


Teilhard se sentía sinceramente dichoso de una colaboración con la Universidad China, aunque seguía pensando siempre que “naturalmente preferiría dejar caer una chispa sobre la leña de París”. A su maestro y amigo Marcellin Boule, le repugnaba la idea de ver a Teilhard entrar en una organización china en lugar de trabajar especialmente para París. Este punto de vista nacionalistas, le parecían a Teilhard mezquindades, opuestas a su universalismo, aunque no trató de convencer a M. Boule con discusiones ociosas, sino que probaría con los resultados obtenidos, que tenía razón.  El 27 de Agosto de 1927 marchó nuevamente para Francia donde permaneció un año, para regresar a China a finales de 1928.



                        Theilhard en Chu-Ku-Tien



En su regreso a China se detuvo dos meses en Etiopia. Su visita incluyó estancias en Obok y Harar así como en la Somalia Francesa. En la costa del Mar Rojo que recorrió en un pequeño bote, tomando notas sobre la geología de la región y las pinturas en las rocas y redactó en una carta técnica la historia de la plataforma de coral.


De vuelta a Pekín, recibió una carta de Ting Wong director del Survey donde le rogaba insistentemente que se dirigiera a Chu-ku-tien a unos 50 kilómetros al sur de Pekín, para estudiar con dos chinos la geología del sitio y vigilar la puesta en marcha de las nuevas excavaciones de ese año. La supervisión de Chu-ku-tien era un trabajo  muy importante para renunciar a él, por lo tanto suspendió un encuentro que tenía con E. Licent en Manchuria. Llegaría a escribir :


        Estuve completamente excitado por los hallazgos hechos este año en las fisuras de Chu-ku-tien: mandíbulas y fragmentos de cráneos de un antropoide muy curioso o de un homínido; dentición completamente humana, forma de la mandíbula típicamente simiesca, cráneo de dimensiones humanas. Si se confirma este último punto (las piezas todavía no están bien claras), es el tiro de gracia dado a los adversarios del transformismo extendido al hombre.”


          Es importante apreciar el exacto papel que jugó Teilhard en los descubrimientos de Chu-ku-tien. Él, junto con Emile Licent, científico y compañero jesuita, fueron los primeros que encontraron trazos del hombre prehistórico, pero este no era el Sinanthropus. La primera persona que tuvo en sus manos el cráneo del Sinanthropus [4] fue Pei Wen-Chung, pero mucho del mérito debe reconocerse a los precursores de Teilhard en los trabajos de excavación: Andersson, Zdansky y Barbour y el equipo que incluía a Black, Teilhard, Yung y Pei.


Teilhard siempre insistió que todo el progreso, incluyendo el progreso científico dependía del trabajo de equipo y la cooperación y fue esto lo que dio frutos en Chu-ku-tien. El papel de Teilhard fue importante y a veces decisivo. Después de todo, fue el geólogo en Chu-ku-tien y en primera instancia debido a él (y a los científicos chinos en segunda instancia), la estratigrafía se clarificó.


             Las actividades alrededor del descubrimiento del Sinanthropus ocultaron todas las demás, pero el mes de Mayo de 1929 lo pasó en Manchuria en compañía de E. Licent. Del del 20 de junio al 10 de septiembre, a petición de Ting Wong, realizó un viaje al oeste y al norte de Xhansi, acompañando al joven geólogo chino C. C. Young. Viajes que tuvieron la finalidad de estudiar la estratigrafía de la región.


            A principios de marzo de 1930 invitó a George Brown Barbour, geólogo escocés, y profesor en la universidad de Yenching, a un viaje de estudio al sudoeste de Xhansi. En junio y julio de 1930, Teilhard tomó parte en la Expedición Americana al Asia Central organizada por Roy Chapman Andrews, en la cual alcanzaron Kalgan y el Gobi. El viaje produjo sólidos resultados científicos y regresaron a Tientsin el 30 de Julio.


            Paralelamente a su trabajo científico, Teilhard elaboraba una gran obra espiritual que cada viaje le inspiraba. En una ocasión en Pei Ling Miao, en Mongolia, Teilhard escuchó a alguien expresar dudas acerca de la existencia de Dios. Sin cambiar el tono de voz afirmo:


            Dios es una elección muy simple, es una elección entre un sí y un no, entre un signo más (+) y un signo menos (–). Es una elección que nadie puede eludir.”  


        Nada le impedía interrumpir su vida interior y revisar constantemente su progreso mental y místico. Por ejemplo, en Urumchi tuvo una memorable conversación con la princesa mongol Nirgidma de Torhout acerca del significado de la vida y la presencia de Dios en el universo. Sin embargo, Teilhard tenía un respeto incondicional a la conciencia individual, y se prohibió hacer proselitismo e incluso hacer oración en público. De la misma forma, con otros científicos, fueran extraños o viejos amigos, limitaba su conversación a la ciencia. Young, su compañero chino, admiraba los amplios conocimientos de Teilhard en geología general, estratigrafía, paleontología de vertebrados, zoología y botánica.  Y sabiendo lo respetuoso de Teilhard, se declaró agnóstico, remarcando que mientras los europeos seguían una sola y heredada religión, entre los chinos un niño elegía su creencia, cambiaba por otra cuando crecía y quizá más tarde por otra.


                La Gran Expedicion: El Crucero Amarillo



            A su regreso a China en 1931 Pierre Teilhard de Chardin, esperó la salida de la gran expedición llamada Croisiére Jaune (Crucero por el Río Amarillo). Una gran expedición científica internacional que partió de París y de Pekin para encontrarse en el corazón de China. El programa previsto se frustró por la negativa del Gobierno soviético de que los coches atravesasen el territorio de Turquestán.


            Así las cosas, la expedición se partió en dos. Un grupo, denominado Pamir, salió de Beirut el 4 de abril de 1931, y dos días más tarde lo hizo el grupo China desde Tiantsin. Ambos se encontraron el 8 de octubre en Kashi, corazón del desierto de Gobi para, juntos, seguir la ruta que culminó en Beijing el 12 de febrero de 1932.


Decidirse a tomar parte en esta expedición fue difícil para Teilhard. Tanto estadounidenses como suecos y chinos, le estaban pidiendo que tomara un puesto oficial en la Geological Survey con todo lo relacionado a los mamíferos fósiles, pero no tenía el consentimiento de su colaborador E.Licent. Sin embargo, el Geological Service estaba cada vez más ansioso por que se les uniera, y su amigo Wong de Nanking, estaba planeando una comisión formal donde Teilhard debería integrarse oficialmente a la organización como Consultor del Geological Service, y la presión se hizo cada vez más intensa hasta que Teilhard aceptó.



        Esta expedición  estaba en parte patrocinada por la fábrica de automóviles Citroën y fue muy famosa en su tiempo. Dos grupos formaban la expedición, el chino, del cual formaba parte Teilhard y el europeo. El 12 de mayo de 1931 Teilhard se encontró con el resto del contingente chino en Kalgan, al noroeste de Pekin. La caravana procedió al oeste a lo largo del Gobi hacia Kashgar, en el Turkestan Chino, para unirse con el otro contingente en el interior de Asia. Las principales paradas fueron Suchow, al oeste de Kansu, el oasis de Hami al este de Sinkiang, Turfan, Urumchi, capital de Singkiang y Aksu, no lejos de la frontera rusa, donde los dos contingentes se unieron. El regreso fue por una ruta algo diferente, siguiendo el río Amarillo a cierta distancia. El 28 de enero de 1932 fueron atacados por bandidos en el pequeño poblado de Pa Tse Bolong, pero dos días después alcanzaron la terminal del ferrocarril Paotow y el 12 de febrero Teilhard regresó a Pekín.

 

            La expedición puede juzgarse desde diferentes ángulos. Por un lado puede admirarse desde el aire gracias al excelente film de André Sauvage. Fue un triunfo de la ingeniería francesa, un récord de automóvil, una victoria a través de la tenacidad sobre todos los obstáculos incluyendo el enfrentamiento con el fumador de opio Marshall King, amo y señor de Singkiang. Fue una expedición que inspiró tres libros, aparte de las notas de Teilhard que aparecen en “Cartas de viaje.” Por otro lado, algo de la gloria ha perdido brillo y la tendencia natural es exagerar en la dirección opuesta.

     

            Como resultado de la prohibición soviética del uso de una ruta accesible, las dos caravanas de automóviles nunca se unieron completamente. En el contingente chino, reinó un profundo desacuerdo entre el grupo chino impuesto desde Nanking y el grupo de europeos. Fue gracias a la diplomacia de Teilhard, que actuando como oficial chino, la fricción finalizó con la firma de un acuerdo. Estuvieron cautivos en Urumchi, lo que casi hizo terminar en desastre la expedición, pero irónicamente, fueron los soviéticos, quienes a través de sus influencias en Turkestan, salvaron la misión.


            Gracias a Marshall King y a las dificultades mecánicas, muchas observaciones que pudieron haber probado su valor, no se conservaron. El contingente chino, desde el momento que dejó Pekín, empezó a tener problemas con las ruedas de tracción que se rompían. Pero sobre todo la expedición tuvo el coste de una vida humana, Georges-Marie Haardt (un sobresaliente miembro de la expedición) murió en Hong Kong a causa de una infección adquirida en el viaje. Los logros científicos de Teilhard fueron de considerable valor, aunque sufrió en varias ocasiones rechazos y burlas por su condición de sacerdote.


                            El incidente de Manchuria



                En estos años, Teilhard trabajó en Choukou-tien pero es importante entender cuán difícil era su posición. En 1931 sucedió el llamado “incidente de Manchuria”, que tuvo lugar en el norte de Manchuria, cerca de Mukden  (hoy Shenyang), en donde un tramo del Ferrocarril del Sur de Manchuria, compañía de propiedad japonesa, fue dinamitado. Japón  responsabilizó a los disidentes chinos del incidente, justificando así la anexión de la región china de Manchuria [6]. Se desató una guerra que terminó en febrero de 1932 con la ocupación japonesa de Manchuria que duraría hasta el final de la II Guerra Mundial.



                En este tenso ambiente, trabajar en Choukou-tien suponía un tácito acuerdo con los invasores japoneses. La finalidad de la empresa científica, entonces, era no sólo proteger las excavaciones, sino también los intereses de la Fundación Rockefeller que las financiaba y también importante, proteger de los científicos japoneses las colecciones de Pekín. Por otra parte estaba el patriotismo de los chinos, que rechazaban hacer un compromiso con los invasores y se habían retirado. Teilhard claramente no deseaba ofender sus sentimientos patrióticos ni decepcionar a su amigo Wong. Sin embargo, y a pesar de tener estrictas órdenes de lo contrario, decidió permanecer trabajando en Choukou-tien. Y su prestigio, así como el respeto y amistad de los chinos, era tan grande que años después convenció a Young y a Pei de regresar a trabajar en Pekín. Young escribió un artículo titulado “Memories of Pére P. Teilhard de Chardin” donde decía:


        Aunque era católico, tenía un inusual amplio conocimiento de las ciencias naturales que me sorprendió. Él vino a China como un tipo de castigo que le impuso el Cardenal, por algo que había escrito en contra de la idea de la religión…Yo lo apreciaba mucho como uno de mis más queridos amigos y maestros.”


                A pesar de sus numerosas relaciones, lo cierto era que todo este mundo de científicos, con algunas pocas excepciones, no satisfacía sus necesidades espirituales. Los anglosajones se consideraban como unos notables científicos, pero embebidos  en sus métodos científicos, su positivismo, su empirismo, su neo-darwinismo, eran incapaces de seguirlo en sus pensamientos filosóficos. Pero el dinero estadounidense fluía y al menos se canalizaba al progreso de la paleontología y Teilhard fue definitivamente adoptado por los estadounidenses. Su viaje de 1931 a Estados Unidos había sido un éxito, y los realizados en 1933 y 1937 no lo fueron menos.

 



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