sábado, 15 de enero de 2022

 

TEILHARD DE CHARDIN


V

                                            https://teilhard.net/biografia-de-teilhard-de-chardin/  


                                                        Leandro Sequeiros

                         Vicepresidente de la Asociación de Amigos de  Teilhard de Chardin

                            Presidente de ASINJA. Asociación Interdiscilpinar José de Acosta

    


                                                         Ultimos Años



En julio de 1951, Teilhard estaba interesado en ir a Sudáfrica. Acababa de hacer los preparativos necesarios para que sus escritos pudieran seguirse leyendo después de su muerte. Una semana antes de partir el padre Jouve, editor de la revista Études, le dijo a Teilhard que él nunca podría publicar sus trabajos. Y le urgió a que tomara acciones para que no se perdieran. Algunos amigos de Teilhard estaban deseosos de que él renunciara a la Compañía de Jesús y se beneficiara de la mayor libertad al ser un sacerdote secular. Teilhard se negó y aceptó marcharse de Francia, pero siguiendo el consejo de Jouve aprovechó que las leyes canónicas no prohibían formalmente regalar o ceder en testamento sus manuscritos y los legó a la que fue muchos años su secretaria voluntaria, Jeanne Marie Mortier.


El 5 de julio salió  de Francia  con  destino a  Londres  donde  se reunió  con  Barbour, llegando a Johanesburgo a fines de mes. Aprovechó como siempre el viaje para escribir, esta vez: La convergencia del universo. Hay que tener en cuenta que el viaje a Sudáfrica estaba patrocinado por la fundación Wenner Gren [ ]y Teilhard aceptó el puesto por su interés en colaborar en la organización de una investigación a nivel mundial sobre los orígenes humanos. Resumiendo, en Sudáfrica se le presentaron tres líneas de investigación:

  • La más importante, seguir la investigación de los sitios de Autralopithecus en Sterkfontein.

  • Completar la excavación de Van Riet Lowe en el notable sitio de Makapan.

  • Trabajar en un sitio recientemente descubierto cerca del mar a unos 160 km. al norte de Ciudad del Cabo.


La red de organizaciones científicas era bastante complicada, lo que dificultaba el trabajo en equipo, y aunado a esto, estaba el resurgimiento del nacionalismo “Afrikaner” que era la principal dificultad. Finalmente, la presencia de un jesuita en medio de la antievolucionista Sudáfrica protestante, era bastante perturbadora, pese a la buena impresión que había dejado el Abbé Brueil. Sin embargo Teilhard no desmayó. Barbour le dio unas inmejorables advertencias y él tenía el suficiente tacto y la inteligencia para seguirlas. Sus actividades incluyeron una oficina en Johanesburgo-Pretoria, con una excursión a Kimberley; un viaje a Ciudad del Cabo a través de Durban y finalmente en Ciudad del Cabo como cuartel general, visita a todos los museos importantes con colecciones paleontológicas.


Pero lo más importante fue que Teilhard concibió un teoría completa sobre el origen del Hombre y, debido a sus habilidades para encontrar los puntos cruciales y distinguir lo esencial, sacó en conclusión, que África debería ser más estudiada antropológicamente, pues era seguramente la cuna de la humanidad, ya que el hombre primitivo parecía ser autóctono. Sin duda, este primer viaje a Sudáfrica fue, para Teilhard, un éxito desde el punto de vista material. Un testigo escribió desde Buenos Aires a un amigo mutuo:

Yo sé que él es demasiado modesto para decir que le ofrecieron trabajos y contratos aquí y en Sudáfrica. Pero a pesar de que se reía de ello, pienso que disfrutaba de su renombre.”

Teilhard estaba en excelente forma cuando a fines de octubre embarcó para Nueva York en un largo viaje vía Buenos Aires, Río de Janeiro y Trinidad. La razón de la ruta fue que así era capaz de apreciar ambos continentes desde puntos de vista antropológico y geológico. Mientras viajaba elaboró un ensayo para Julian Huxley sobre “La transformación y prolongación del proceso de la evolución en el Hombre”.


Teilhard llegó a Estados Unidos a fines de 1951. Se instaló en la Loyola House donde vivían los jesuitas. Su tiempo lo distribuía entre su trabajo personal en este lugar, en su trabajo en la oficina de la Wenner Gren y en reuniones con amigos. Visualizaba su trabajo en tres niveles. El primero era la colaboración en la organización de una investigación a nivel mundial sobre los orígenes del Hombre. Su puesto era “colaborador asociado para la paleoantropología”. En el segundo, estaba el intento de tratar científicamente el problema de la extensión de las fuerzas biológicas de la evolución y la especiación en el hombre contemporáneo, Y el tercer nivel “que sólo me concierne a mi” elaborar la síntesis, dentro de un pensamiento religioso, de una Cristología adecuada a la nueva dimensión del universo.  

Su posición en la Fundación le permitió conocer a mucha de la gente más interesante de los Estados Unidos y fue capaz de, a través de una sutil presión, cambiar la política de la Fundación. Siempre se mantenía ocupado. Trabajaba en sus notas de Sudáfrica y elaboraba una serie de memoranda y artículos. En marzo de 1952 dio dos conferencias: una en la Academia Nacional de Ciencias (de la cual era miembro honorario) sobre “La posición zoológica y el significado evolutivo de los Australopitecos” y otra en la Wenner Gren, “Nuevos avances hechos por la prehistoria en Sudáfrica”.


En junio, la Wenner Gren organizó un breve simposio para sus miembros. Teilhard hizo una importante contribución con “El nacimiento, crecimiento y estatus presente de nuestra idea de hombre fósil”. Con su experiencia de Sudáfrica quería dirigir los esfuerzos de apoyo de la Fundación hacia ese campo de estudio. Y como resultado indirecto del simposio la Fundación decidió concentrar sus esfuerzos en la investigación de los orígenes humanos en África. Y el más importante resultado para Teilhard, fue el ser elegido para regresar a Sudáfrica, aunque más tarde escribiría que no estaba muy entusiasmado con el viaje a lugares que ya conocía, pero entendía que era el momento preciso para dar ímpulso a la investigación y a su organización. Y en esos meses amplió sus ideas sobre el Hombre, los continentes y sobre todo en el presente y futuro estado de la hominización. De los descubrimientos que se hacían en ese tiempo en África, Teilhard sacó la conclusión de que “cada vez más parece que los australopitecos nunca se encuentran en asociación con el Hombre o con su industria” por lo que el Hombre y los australopitecos son mutuamente excluyentes .


En un segundo viaje a África muy exitoso, tanto a nivel profesional como personal, las conclusiones de Teilhard fueron excelentemente presentadas en el artículo “África y los orígenes humanos” publicado en 1955 en la revista Revue des Questions Scientifiques. Sin embargo, lo más importante fue su conclusión sobre una antropogénesis bipolar, con un centro en Asia que no condujo al Homo Sapiens y otro centro en África, más importante en el que la hominización fue completa. A fines de septiembre de1953 Teilhard se embarcó en Ciudad del Cabo con destino a Nueva York, haciendo una breve visita a Sudamérica :

Siento que debo obtener una clara idea de las Pampas, y de la estructura de los Andes, donde terminan; esto porque quiero tratar de verificar algunas ideas, muy importantes para mí, sobre la génesis de los continentes.”


Sostuvo conversaciones con el Dr. Menghin para hacer un viaje por tren de Buenos Aires a Valparaíso, pero había un puente colapsado y el plan no pudo llevarse a cabo. Teilhard, hasta el fin de su vida estuvo interesado en los aspectos técnicos de la geología. En 1952 durante un período de “descanso” efectuó un viaje interesante: visitó a su amigo Simpson y su esposa en su casa de Nuevo México. La estancia con los Simpson fue muy agradable y pintoresca; ellos vivian a 2500 mts. de altura en el borde de un parque nacional a tres horas de Alburquerque, con una vista a las “Bad Lands” de la cuenca de San Juan. 

Acampé en una tienda y en pocas horas obtuve un gran conocimiento de la geología de la región y afirme mi amistad con los Simpson (lo cual pudo tener como consecuencia el nacimiento de una “neoantropología” con la cual siempre he soñado)”.


Se dirigió a Berkeley donde realizó una visita al gran ciclotrón  y el nuevo betatrón que estaba en construcción, lo que produjo un interesante artículo “On Visiting the Cyclotrón: Reflections on the Infolding on Itself of Human Energy” (publicado en Recherches et débats, 1953): donde contempló según él “un nuevo tipo de manifestación (u órgano) del hombre… un nuevo estado de la humanidad…”.


De regreso a Nueva York siempre aprovechando para investigar, visitó Glacier Park en Montana donde sostuvo charlas con los naturalistas. De ahí se dirigió a Nueva York vía Maine. En octubre de 1954 Teilhard participó en una conferencia organizada para el centenario de la Universidad de Columbia y varios eventos científicos más. En 1954 recibió permiso de su Orden para visitar París, donde pasó algunas semanas. Fue un tiempo muy ocupado, con algunas conferencias, estudios sobre fósiles y visita a Lyons y la Cueva de Lascaux. Efectúo una visita a su casa de Sarcenat y a la vieja iglesia de Orcines dónde toda la familia estaba enterrada.  De regreso estaba muy cansado y le confió al padre Leroy “nunca volveré a ver Sarcenat”.


Teilhard estuvo en Londres del 6 al 10 de agosto, y de ahí partió a Nueva York. Sus últimos días ya no pudo estar en la casa de los jesuitas; existen dos versiones del porqué tuvo que salir del lugar: la primera, es que por motivos de obras en la casa, tuvieron que salir siete jesuitas. La segunda es que los mismos jesuitas compañeros de Teilhard pidieron al Superior que lo retirara debido a que no estaban de acuerdo con sus ideas. Gracias a sus amistades consiguió alojamiento en una casa de huéspedes exclusiva para hombres, cerca de su trabajo y de la catedral de San Patricio. El último ensayo lo escribió en marzo de 1955, en el cual trataba el tema de que la ciencia y la tecnología tenían una irremplazable función espiritualizadora y que en un mundo convergente constituían una alta forma de adoración.



La mañana del diez de abril de 1955 (domingo de resurrección) Teilhard ofició misa en la Catedral de San Patricio, hacia medio día asistió a un concierto y en la tarde visitó algunos amigos, para él fue un magnifico día. Al regresar a su casa, sufrió un mortal infarto cardiaco. Su cuerpo permaneció en la capilla de Park Avenue y pocas personas asistieron a su velatorio, entre ellas Monsieur Hoppenot embajador de Francia en las Naciones Unidas y Paul Fejos director de la Wenner Gren Foundation. El padre Leroy y el ministro de la Casa de los Jesuitas acompañaron a Teilhard para ser enterrado, tras celebrarse un funeral, al que asistieron los estudiantes del noviciado jesuita de St. Andrews a orillas del río Hudson, a unas sesenta millas al norte de Nueva York, en una mañana lluviosa del mes de Abril. Las únicas flores fueron las de una cruz enviadas por Malvina Hoffman. Descansa bajo una simple piedra donde está escrito su nombre: Pierre Teilhard de Chardin.




IDEAS ESENCIALES de TEILHARD


Ciencia y Mística


El pensamiento filosófico, religioso, místico y científico de Teilhard de Chardin fue fruto de un “largo camino”, de una lenta y a veces dura marcha por terrenos inexplorados, no sólo desde el punto de vista geológico.


El pensamiento de Teilhard parte de la convicción científica de que vivimos en un universo que cambia de forma irreversible. Habla más de transformismo que de evolución. Es más: para Teilhard, como geólogo, es evidente que el Universo tuvo un inicio, y que fue evolucionando de forma natural dando lugar a los sistemas planetarios. Es el proceso de cosmogénesis. Dentro de este proceso, emerge en algún lugar del Universo, unas moléculas complejas que darán lugar a la vida. Es la biogénesis o procesos de emergencia de los fenómenos vitales. Y a lo largo de miles de millones de años, el árbol evolutivo de la vida se irá haciendo más frondoso y complejo. Emergen sucesivamente los invertebrados con caparazón, los peces, los anfibios, los reptiles, las aves y los mamíferos. Y entre el grupo de mamíferos, los primates darán lugar a la emergencia del pensamiento.


Por un proceso de Noogénesis (génesis del pensar) aparece la rama de los hominidos y de los humanos. Pero la evolución no se detiene ahí. En los humanos la evolución se hace consciente y el primate inteligente toma las riendas de su propio destino.. El futuro del universo está en nuestras manos. Teilhard es un optimista contumaz: la tecnología dará lugar a una especie de cerebro común del universo que constituye la Superhumanidad. La energía que lo mueve es el amor. Y el amor hace converger todas las energías cósmicas y humanas hacia un punto de Unión, al que Teilhard denomina el Punto Omega. Y el momento culminante de este proceso de convergencia se materializa en la irrupción de Jesús de Nazaret que por la Encarnación y Redención lleva a su plenitud al Universo entero. Nos encontraríamos entonces sumergidos en el Cristo Cósmico. Es la Cristogénesis y cristificación del Universo.


Teilhard y los filósofos


Tal vez, los filósofos que más influyeron en su pensamiento son Henri Bergson (1859-1941), Maurice Blondel (1861-1949) y Wilhelm Dilthey (1833-1911) con su concepción de las ciencias del espíritu. También pudo influirle la filosofía de signo naturalista de Ostwald Spengler (1880-1936) y de Ludwig Klages (1872-1956)


Sobre Teilhard influyó mucho el pensamiento de Henri Bergson, que había publicado en 1907, su obra Le Evolución Creadora que lo despertó del sueño fixista y le señaló una dirección de evolución hacia el hombre desde una perpectiva vitalista. Tal vez sea esta una de las razones por las que la figura de Teilhard no está muy bien considerada dentro de la comunidad científica de los biólogos evolucionistas. En una comunidad en la que el paradigma explicativo dominante es el de la Teoría Sintética de la Evolución, de fuertes componentes darwinistas, el tácito lamarckismo de Bergson y de Teilhard ha sufrido duras críticas. Bergson le reveló a Teilhard la diferencia entre tiempo y duración y el élan vital, ese flujo sutil que empuja hacia delante y hacia arriba. Bergson es un pensador brillante, opuesto al que considera mecanicismo del neodarwinismo y se acerca a las ideas de Theodor Eimer sobre la ortogénesis, la existencia de un élan vital que empuja a la vida a avanzar y en algunos de los caracteres morfológicos.


Asimismo, Teilhard se familiarizó con el pensamiento de Maurice Blondel a través del jesuita Auguste Valensin (1879-1953), profesor de filosofía y amigo personal de Blondel. Valensin fue compañero de Teilhard desde el noviciado y preparaban juntos obras de teatro para los niños. En 1919, tras la guerra mundial. Teilhard acude a Valensin con el que trata cuestiones del panteísmo de Spinoza y de la filosofía de Blondel. En una carta de 15 de febrero de 1955 (pocos meses antes de su muerte) escribe Teilhard:

Con Blondel he estado en contacto (a través de Auguste Valensin) durante casi un año (justamente después de la primera guerra, hacia 1920). Algunos puntos de su pensamiento han influido mucho ciertamente en mí: el valor de la Acción (que se ha convertido en mí en una Energética cuasi-experimental de las potencias biológicas de la evolución), y la noción de “pancristismo” (a la que yo había llegado independientemente, pero a la que no me había atrevido, entonces, a denominar tan certeramente)”.


Por otra parte, en la génesis de su pensamiento no se puede olvidar la “filosofía oculta” de la Evolución. Tal vez sea este el punto que más ha contribuido a desprestigiar el nombre de Teilhard. Tengo la impresión de que si los paleontólogos se han distanciado de Teilhard es porque se sitúa dentro del marco de las concepciones tácitamente neolamarckistas heredadas de la filosofía de la biología francesa. Además, su convicción de que la evolución se rige por la ortogénesis (como acentuación lineal de un carácter) que le permite dar el “salto” hacia la trascendencia (siguiendo a Blondel) lo ha hecho sospechoso a una comunidad científica en la que domina una visión mucho más “darwinista” (y por ello contingente y no finalista) de la evolución.


La Evolución a debate


En Francia, a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX el debate sobre las ideas de Darwin cobró rasgos diferentes. Puede hablarse de un aislamiento del evolucionismo francés en esta época. Aunque El origen de las especies de Darwin fue traducido al francés en 1862 (muy pocos años después de la primera edición inglesa), no fue el darwinismo la fuerza que convirtió a la evolución al mundo científico francés. En Francia no hubo reacción antidarwinista virulenta. La aceptación del evolucionismo fue un proceso lento. A principios del siglo XX muchos biólogos franceses ignoraban aún muchos de los elementos básicos de la evolución.


Aunque el evolucionismo francés contenía un fuerte elemento del lamarckismo, no hay testimonios de que se hiciera un intento inmediato de revivir el nombre de Lamarck como símbolo de la oposición al darwinismo. Parece ser que, sólo cuando los excesos del neodarwinismo (también llamado ultradar-winismo) de Weismann crearon una necesidad de que surgiera una alternativa a la teoría de la selección, los franceses comenzaron a ver a Lamarck bajo un prisma más favorable. El neolamarckismo sobrevivió en Francia hasta bien entrado el siglo XX, muy unido a las ideas de la ortogénesis, de las que habla Teilhard, donde la define como “evolución lineal no adaptativa”.


Síntesis y etapas del pensamiento de Teilhard


Se puede decir que el pensamiento unificador de Teilhard en el que se incluye la biología y la paleontología, la prehistoria y la paleoantropología, la filosofía de Bergson, la teología de San Pablo, la mística y la poesía, va emergiendo dentro de él, desde muy pronto. Y, como un árbol, va creciendo en sus ramas, haciéndose corpulento, dando frutos y sufriendo el hacha de sus detractores. Ahora bien: ¿Cómo se fueron contruyendo las ideas teilhardianas? .


En un trabajo clásico, E. Rideau (El pensamiento de T. de Chardin, (París 1964) ha seguido la evolución del pensamiento teilhardiano. Esta visión se puede completar con un documento muy interesante: en la edición francesa de El Corazón de la Materia que incluye al final una “Cronología general de las obras de Teilhard” . Se trata de una relación de los artículos dispersos en sus XII tomos de ensayos filosóficos y teológicos, dispuestos por orden cronológico. El primero (La prehistoria y sus progresos) es de 1913 y se publicó en Études y en “La aparición del Hombre”; y el último (Lo que yo creo) el 7 de abril de 1955, Jueves Santo, unos días antes de su muerte y está en “El Corazón de la Materia”. De acuerdo con Rideau y recogiendo los datos de la relación citada, se pueden diferenciar seis etapas en la emergencia, el crecimiento, la formulación y la consolidación de las ideas de Teilhard:


- Primera etapa: La génesis de su pensamiento discurre –según Rideau- entre 1908 y 1912 (cuando Teilhard tiene entre 27 y 31 años de edad). Es la época de sus años de estudios de Teología en Hasting. Ya ha dedicado una parte de su tiempo a la observación de la naturaleza, al estudio de la Física y a los primeros descubrimientos paleontológicos. En estos años, como él mismo reconoce, emerge en él – como ya hemos citado- “la conciencia de una deriva profunda, ontológica, total del universo, no como una noción abstracta " sino como una presencia en torno suyo. Es el descubrimiento de que el mundo en el que vivimos está “en estado de evolución dirigida, es decir, de génesis” (El corazón de la Materia). Hay una intuición mística, no científica, que es el inicio de su búsqueda de una explicación coherente de los fenómenos de la naturaleza.


- Segunda   etapa: La búsqueda de un pensamiento original sobre el universo se-  extiende entre 1915 y 1918 (en estos años Teilhard tiene entre 34 y 37 años). Es la etapa de la Guerra Europea, cuando Teilhard trabaja como camillero- sanitario en los frentes franceses. La atmósfera de las trincheras significa para Teilhard un “bautismo de lo Real” Este pensamiento está en su Diario (Journal); también en su ensayo La Guerra 1914-1919 , en Génesis de un pensamiento. Cartas, 1914-1919 . Teilhard concibe entonces la humanidad como “la envoltura pensante de la Tierra” (El corazón de la Materia ). A la vez, su visión interior de Cristo se engrandece a la medida del mundo en movimiento. En El Cristo en la Materia (escrito en el frente de Verdún en 1916 ) Teilhard describe, poéticamente, “cómo el universo potente y múltiple ha tomado para él la forma de Cristo”. El movimiento de Cristo por la Encarnación y el movimiento del mundo por la evolución comienzan ya a aproximarse mutuamente. Entre ambos, se insinúa el puesto mediador del hombre, lo humano. Están ya presentes los tres elementos de la cosmovisión teilhardiana: el sentido cósmico, el sentido crístico y el sentido humano que inician su convergencia.   


 Tercera etapa: La génesis de su pensamiento se forma entre 1922 y 1927 (Teilhard tiene entre 41 y 46 años). Son los primeros años en China. En su mente se construye el sentido crístico y el sentido cosmico. Asia le revela la inmensidad de la Tierra y de lo humano. Es una época de gran actividad científica, acompañada de una intensa vida interior. Teilhard se interesa por el lugar que el trabajo y la adoración, la entrega y el distanciamiento, ocupan en la vida cristiana. Aquí están dos de sus textos más clásicos: La Misa sobre el Mundo (1923) y El Medio Divino (1926-1927) que describen su itinerario interior.

Una de sus preocupaciones era el futuro, el porvenir. Escribe: “Peregrino del porvenir, vuelvo de un viaje cumplido totalmente en el pasado” (Por el Río Amarillo, 1923). El pasado solo interesa en función del futuro. Desde este momento, el sentido humano, hasta ahora más bien en segundo término, no cesará de crecer. Y son frecuentes los trabajos sobre el transformismo. Un transformismo que hace que la realidad se lance hacia el futuro, que crezca, se haga más compleja y converja hacia “algo” aún impreciso.


- Cuarta etapa: Su pensamiento se prolonga en China, entre 1928 y 1934. Es la época de las grandes expediciones científicas por el centro de Asia, y la expedición Chapman Andrews y más tarde del Crucero Amarillo. El contacto con la comunidad científica internacional es intenso. Debe convivir con hombres de tradiciones religiosas muy diferentes entre los que son frecuentes los ateos. En estos años, Teilhard cobra clara conciencia de la importancia del ser humano dentro del fenómeno evolutivo. Son también los años de investigaciones en Chu-Ku-Tien, donde estudia lo que llamaron Sinanthropus, los homínidos emparentados con el Pithecátropo faber de Java. Poco después describe la llamada ley de complejidad-conciencia. Propuesta como una ley científica con fundamentos en la paleontología y con razonamientos filosóficos. En 1934 publica una primera versión de Cómo yo creo: a petición de Mgr Bruno de Solages (Como yo creo, 1970 )


 - Quinta etapa: Se inicia en 1935 y llega hasta 1945. Teilhard está en Pekín en el proyecto de Geobiología. El pensamiento de Teilhard, centrado definitivamente en el porvenir, se preocupa de los fenómenos de socialización y de la colectivización. La obra maestra de Teilhard, El fenómeno humano, se concluye en 1940 y lo contrasta en el capítulo final, titulado El fenómeno cristiano, con su anterior visión pancrística. Por otra parte, el lanzamiento de la revista Geobiología implica la construcción de un gran paradigma científico globalizador de los procesos geobiológicos.   Destacamos aquí, por su significado, el texto Esquema de un Universo personal ( en 1936) y  . La Energía humana y El lugar del hombre en el Universo (escrito en 1941). 


Sexta etapa: El último decenio de la vida de Teilhard, entre 1945 y 1955, abarca de los 64 y los 74 años. Estos años de su vida, poco conocidos por los historiadores, sin embargo, merecen un estudio detallado. Son los años del regreso a Francia y su posterior estancia americana hasta su muerte. Están dominados por la visión de un  ultra-humano colectivo como término de la historia temporal, hacia la que converge,  la visión cristiana de la historia como preparación de la parusía  de Cristo y espacio de la incorporación de la humanidad redimida en el Cuerpo Místico. Son los años de su preocupación por la Antropogénesis. Son también los años de confrontación con el ateísmo, existencialista o marxista, y de superación tanto del pesimismo de los unos, como del optimismo intramundano de los otros, con su concepción del cristianismo como la religión del porvenir, la única capaz de realizar la coincidencia del “Dios hacia-adelante” con el “Dios del hacia-arriba”. “Todo lo que avanza, converge”, escribe. Destacamos estos escritos: Cristianismo y evolución. Sugerencias para una nueva Teología, (escrito el 11 noviembre de 1945) Interpretación biológica plausible de la Historia Humana: la formación de la Noosfera (de enero de 1947) y también uno de sus trabajos de síntesis más maduros; El Grupo Zoológico Humano escrito en 1948.


Estas seis etapas de la vida intelectual de Pierre Teilhard de Chardin son –a nuestro entender- muy ilustrativas para aquellas personas que no conocen mucho de nuestro autor. Son pistas que pueden ser iluminadoras para llegar a una síntesis más personal del complejo sistema científico, filosófico, teológico, espiritual, poético y místico de Teilhard.



Nota: El equipo que coordina cristianosenelagora.blogspot, agradece a Leandro Sequeiros y a Guillermo Agudelo el detallado y documentado trabajo, acerca de la vida y pensamiento de Pierre Teilhard de Chardin, publicado en nuestro blog.

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