TEILHARD DE CHARDIN
II
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Leandro Sequeiros
Vicepresidente de la Asociación de Amigos de Teilhard de Chardin
Presidente de ASINJA, Asociación Interdisciplinar José de Acosta
Infancia de Pierre Teilhard de Chardin
Nació Pierre Teilhard de Chardin el 1º de mayo de 1881 en Sarcenat, un lugar cercano a las ciudades gemelas de Clermont-Ferrand, en la antigua provincia de Aubergne, en Francia central. Sarcenat se asienta en un lugar montañoso. Desde la casa en que nació, Pierre podía contemplar las vastas planicies de Clermont y las colinas de las montañas Puy. Los volcanes extintos de Aubergne y las bien conservadas florestas de la provincia, dejaron su marca indeleble en Teilhard.
Sus padres fueron Emmanuel y Berthe-Adele Teilhard de Chardin, quienes procrearon once hijos, siendo Pierre el cuarto de ellos. Creció en una atmósfera en la cual las tradiciones de la vida familiar significaban un gran compromiso. En sus cartas, reconocía la gran deuda que toda su vida debió, tanto a su padre como a su madre. La herencia humana y religiosa de sus padres lo va a marcar para siempre. Su padre sentía un gran placer en enseñar a sus hijos a entender y apreciar la historia natural, y fue en las largas caminatas que Pierre efectuaba, donde desarrolló un fuerte sentimiento hacia el mundo natural, sentimiento que se incrementaría a lo largo de su vida. Otro sentimiento dominante que surgió en su niñez, y que persistió siempre, fue la necesidad de la durabilidad. Ambos sentimientos reaparecen constantemente en sus escritos.
Motivado por las enseñanzas de su padre y su contacto con el mundo
natural, Teilhard desarrolló sus inusuales poderes de observación y su
joven cerebro adquirió un ávido interés por las ciencias naturales.
"Yo era como cualquier otro niño. Estaba interesado especialmente en la observación mineralógica y biológica. Me encantaba seguir el curso de las nubes, y conocía las estrellas por sus nombres…A mi padre le debo un cierto balance sobre el cual lo demás se construyó a lo largo, con un gusto por las ciencias exactas… ¿Qué me perturbaba cuando era niño? La inseguridad de las cosas ¿y que era lo que amaba? mi “genio” de acero… (Cuenot, 1965)
Fue su madre quien le orientó a una religiosidad cristiana, “que alumbró y encendió mi alma de niño”. Su temprana devoción a las prácticas religiosas, bien formado a los doce años, influyó en su ingresó en Nostre Dame de Mongre cerca de Villafranche-sur-Saone, 48 kms. al norte de Lyon. Durante los cinco años en este internado jesuita, Teilhard añadió a su seguridad en las piedras, una fuerte religiosidad, de modo que antes de su graduación escribió a sus padres para informarles que quería llegar a ser un jesuita. Unos años más tarde, diría que lo que lo impulso a unirse a la Compañía de Jesús no fue su educación jesuita, ni el respaldo de su familia, sino el deseo de irse perfeccionando.
Solo tenía seis años- narra en El Corazón de la Materia - escrito en los últimos años de su vida, cuando un buen día, palpando un trozo de hierro forjado, entrevió súbitamente, como un relámpago, lo que hay de duro, de consistente, de real, en la materia. Era la época en que su madre le introducía en las profundidades del amor de Cristo. Su ideal consistirá en unir estos dos extremos: materia y espíritu. Esta experiencia, narrada por él mismo, nos acerca ya a la gran pasión que le acompañó toda su vida: el gusto por la naturaleza, los animales, la vida humana, y junto con él, el deseo profundo de Dios, lo que nos supera, el misterio, lo profundo más allá de lo que vemos. La tensión entre la “materia” (lo real, lo que tiene forma y peso) y el “espíritu” (lo que no percibimos, lo que nos supera, lo que inunda de luz misteriosa el secreto del corazón). Quería ser “naturalista” para estudiar las rocas y los minerales, los volcanes de la Auvernia, los restos fósiles de la vida del pasado. Pero por otra parte, se sentía atraído por el misterio, lo invisible, el futuro imprevisible, lo religioso en su dimensión más amplia. Más explícita es su confesión publicada en su ensayo Como yo creo, escrito en 1934.
“La originalidad de mi creencia consiste en esto: que arraiga en dos dimensiones de la vida, consideradas habitualmente como antagónicas. Por mi educación y formación intelectual, pertenezco a los “hijos del cielo”, pero por mi carácter y mis estudios profesionales soy un “hijo de la Tierra”.(….) Al término de mi experiencia, después de treinta años consagrados a la búsqueda de la unidad interior, tengo la impresión de que se ha realizado de modo natural, una síntesis entre las dos corrientes que tiran de mí: la una no ha ahogado a la otra. Hoy creo, probablemente, más que nunca en Dios, y al propio tiempo, más que nunca, en el mundo”.
Este doble impulso hacia Dios y hacia los humanos, hacia lo material y hacia lo espiritual, hacia lo trascendente y lo inmanente, hacia lo físico y lo metafísico le acompañará siempre. Y su síntesis es un intento de armonizar ambas tendencias. De alguna manera, todo lo material, lo humano, lo inmanente, lo terreno está apuntando, creciendo, evolucionando hacia lo espiritual, lo ultrahumano, lo sobrenatural, lo metafísico, lo teológico, lo divino… Esa fue una de sus primeras intuiciones. Teilhard no fue directo de la escuela al noviciado porque estaba delicado de salud, delgado y algo anémico. Su padre lo llevó a su casa en Clermont- Ferrand donde pasaba los días repasando las matemáticas bajo la supervisión de tutores. Los domingos los dedicaba a hacer excursiones.
Novicio jesuita y ordenación sacerdotal
Dada su experiencia interior en la infancia, no es raro que Pierre sintiera la vocación a la Compañía de Jesús. El 20 de marzo de 1899 ingresó en el noviciado jesuita en Aix-en-Provence, y se dedicó al estudio del lenguaje y la filosofía, probando ser un excelente estudiante, que leyendo a los clásicos griegos, compuso versos en griego y latín, y por entretenimiento escribió en griego un corto ensayo inspirado en Las Ranas de Aristófanes.
En 1901, debido al movimiento laicista en la República Francesa los jesuitas y otras órdenes religiosas fueron expulsados de Francia. El noviciado de Aix-en-Provance, que en 1900 se había trasladado a París pasó en 1902, a la isla inglesa de Jersey, poco después de que Pierre tomara sus primeros votos en la Compañía de Jesús, acción que le marcaría su destino. En su primer año en Jersey, Teilhard centró su interés en la geología de la isla. Desde octubre de 1902 dedicó todo su tiempo entre sus estudios de filosofía y en sus días de asueto a excursiones científicas, a las cuales solía ir acompañado de sus compañeros. A partir de 1904 acompañado por Félix Pelletier, un graduado en química y mineralogía, colaboró con él en unas notas sobre la isla para el Boletín Anual de la Jersey Society.
En esos días, la seguridad de Teilhard en la vida religiosa, apartado de la situación política de Francia, fue dolorosamente perturbada por la enfermedad que incapacitó a su joven hermana Marguerite-Marie y la súbita pérdida de salud de su hermano mayor, Albric, quien murió en septiembre de 1902. La muerte de este que fuera su exitoso y jovial hermano, fue seguida en 1904 por la muerte de Louise, su hermana más joven, hizo que Teilhard se alejara momentáneamente de las cosas terrenales. Dejó sus estudios científicos a favor de la teología. Sin embargo su tutor de noviciado, Paul Trossard, le animó a que siguiera la ciencia como un camino legítimo para llegar a Dios.
Teilhard de Chardin fue ordenado sacerdote con 30 años, el 24 de agosto de 1911. Un año más tarde, en 1912 finalizó sus estudios de Teología en Hasting (Inglaterra). Pero la vocación científica de Teilhard estaba muy clara y había ido madurando a lo largo de estos años. Su inclinación hacia el mundo de las ciencias y su capacidad demostrada hacia el mundo de las ciencias de la Tierra y especialmente a la paleontología y a la paleoantropología facilitaron que sus superiores jesuitas a autorizaran a Teilhard para que pudiera dedicarse al cultivo de las ciencias
Primeras experiencias científicas
Un inesperado acontecimiento llegó en septiembre de 1905, cuando el joven estudiante de jesuita, Pierre Teilhard de Chardin, fue enviado a enseñar física y química a la escuela secundaria de los jesuita ‘La Sagrada Familia’ en el Cairo, Egipto. Iniciaba la experiencia normal de los estudiantes jesuitas que, después de los estudios de humanidades y filosofía, eran enviados a algún colegio para comprobar sus dotes de organización en un ambiente diferente. Uno de sus alumnos, que llegaría a ser jesuita, comentaba:
“Cuando la clase terminaba, me encontraba realmente impresionado, pero poco había aprendido, pues era obvio que Teilhard, estaba capacitado para enseñar en niveles más elevados”.
En
1907 Teilhard publicó su primer artículo, Una semana en Fayoum y en
ese mismo año fue informado del descubrimiento de un diente fósil
de tiburón en Fayoum. Presentó en la Sociedad Geológica de Francia
una nueva especie nombrada Teilhardia y
tres nuevas variedades de tiburón. También como resultado de sus
investigaciones llegó a ser conocido por numerosos especialistas y
en 1908 publicó su estudio “Los
estratos del Eoceno en la región de Minieh.”
En
el verano de 1913, como un joven paleontólogo, Teilhard de Chardin
realizó una excursión científica por España en compañía de su
amigo y mentor Abbé Breuil, profesor de prehistoria, visitando las
cuevas de Altamira y Santander. El Abbé Henry Breuil hizo
algunas de las más importantes contribuciones al estudio del arte
rupestre, incluyendo la autentificación de la antigüedad de las
pinturas y dibujos descubiertos en Lascaux. Fue codescubridor de
cuevas en Périgord y los Pirineos. Como un experto en su área,
autentificó las pinturas y artefactos de las principales cuevas de
Francia. Durante su vida realizó y publico unas extraordinarias
copias a mano de la mayoría de los dibujos y pinturas encontrados en
las principales cuevas de Francia y España.
Teilhard en la Gran Guerra
En diciembre de 1914 Teilhard fue clasificado como “apto para cumplir el deber”, y llamado inmediatamente por la Junta de Reclutamiento fue asignado al cuerpo médico. A su petición, fue enviado al frente el 22 de enero de 1915, como camillero en el regimiento marroquí de infantería ligera y Zuavos. Allí, para verse más “árabe” Teilhard cambió su uniforme azul de servicio por el de kaki de las tropas africanas y su képi por el fez rojo.
El 15 de mayo de 1915 fue promovido a cabo, pero cuando el general Guyot de Salins quiso nombrarlo capellán de la 38ª División con el grado de capitán, Teilhard declinó alegando “déjeme entre los hombres”, donde era más útil. Como sacerdote, cuando atendía a los compañeros moribundos, siempre pedían su asistencia y la hacía en los ritos de sus credos, nunca en los de él. Siempre estuvo en el frente y sus compañeros árabes lo llamaban “el inmortal” pues nunca fue herido a pesar de haber estado muchas veces expuesto al fuego del enemigo.
“El mundo no será jamás suficientemente vasto, Ni la humanidad suficientemente fuerte, Para ser dignos de Aquél que los ha creado y se ha encarnado. Es preciso ir al cielo con todo el gusto de la Tierra”
Entre 1916 y 1919, Pierre Teilhard de Chardin escribe media docena de ensayos de gran hondura científica, filosófica, mística y teológica. Están agrupados en Escritos en tiempo de guerra. En especial, “La Vida Cósmica” (1916), “El Medio Místico” (1917) y “El Sacerdote” (1918) . Es el momento en el que Teilhard intuye que existe una envoltura pensante en el Universo: es el ser humano que mediante el trabajo científico y tecnológico configura y transforma los procesos naturales de este mundo.El 26 de mayo de 1918 tomó sus votos solemnes, como jesuita. Es interesante la forma en que pronunció los votos:
Estoy haciendo voto de pobreza, aunque nunca he tenido más claramente hasta que punto el dinero puede ser un medio poderoso para el servicio y glorificación de Dios. Estoy haciendo voto de castidad aunque nunca he entendido mejor cómo marido y esposa se complementan uno al otro para avanzar hacia Dios. Estoy haciendo voto de obediencia aunque nunca he entendido mejor que la libertad está al servicio de Dios. Pero no los hago de manera equivocada, pongo mi confianza en Dios, ya que Él me dará la gracia para hacer su voluntad en mi vida religiosa y ser leal a mis votos.
Se puede decir entonces que Teilhard tomó sus votos finales sabiendo perfectamente las potencialidades del amor humano, del dinero y de la libre investigación. Su alistamiento en el ejército francés finalizó el 10 de marzo de 1919 y en Abril, estaba en París, trabajando para obtener su grado de ciencias naturales en la Sorbona. En julio presentó su examen para obtener su grado en geología con un muy buen resultado. En agosto y septiembre de ese mismo año volvió a la isla de Jersey. En octubre de 1919 presentó su examen de botánica y el 19 de marzo de 1920 el de zoología.
En el otoño de 1920 Teilhard obtuvo una cátedra de Geología en el Instituto Católico de París y fueron sus conferencias dirigidas a estudiantes las que lo dieron a conocer como un activo promotor del pensamiento evolucionista. Continuó sus estudios con Marcellin Boule en el Museo y durante algún tiempo Teilhard estuvo ocupado en su tesis doctoral sobre los mamíferos, tesis defendida el 22 de marzo de 1922.
El
germen del pensamiento evolucionista de Teilhard fue influenciado y
reforzado por la lectura de “La
Evolución Creadora” de
H. Bergson que le hizo darse cuenta de las coincidencias de su
convicción con la necesidad de entender los datos de la ciencia, que
sólo la evolución podía hacer inteligibles. Sin embargo su visión
de la evolución difería radicalmente de la Bergson. Teilhard
rechazaba un cosmos bergsoniano que tomaba la forma de una
irradiación divergente, originada en una fuente central, mientras la
de él era esencialmente convergente y rechazaba el impulso sin
finalidad. La cosmología de Teilhard estaba indiso lublemente ligada
al evolucionismo, su visión era la de una evolución cósmica.
Materia y mente no parecían ser dos cosas diferentes, sino dos
estados, dos aspectos del mismo material cósmico.
Sin
embargo el clima intelectual del catolicismo europeo no había
cambiado, desde que el papa Pio X en su enciclica “ Pascendi
Dominici ” del año 1907, condenó las corrientes del
modernismo, sosteniendo que no era posible compatibilizar las ideas
del catolicismo y las nuevas ideas científicas y políticas. Su
sucesor Pío XI, no contrarrestó la influencia del sector
conservador opuesto a las nuevas ideas, que llegarían, años más
tarde, a ser defendidas e incorporadas en gran parte, a los textos
del Concilio Vaticano II. Fue en este clima hostil, en el que la
copia de un artículo que Teilhard envió a Bélgica, fué conocido
en Roma. Le fue ordenado a Teilhard presentarse ante su superior
provincial, para firmar una declaración repudiando sus ideas. Su
viejo amigo, Auguste Valensin le aconsejo sobre la declaración de
repudio y en una reunión entre varios jesuitas acordaron enviar a
Roma una versión modificada del artículo y una respuesta sobre la
declaración.
Mientras esperaba la respuesta de Roma, Teilhard siguió dando clases en el Instituto Católico de París y viajó a algunos sitios en Francia incluyendo Clermont-Ferrand. En el ámbito filosófico, Teilhard empezó a utilizar el término de Edward Suess, biosfera y empezó a concebir el concepto de noosfera. Este término fue adoptado de inmediato por el profesor del Colegio de Francia Edouard Le Roy, con quien estableció Teilhard una sólida relación. Le Roy era un pensador de gran originalidad y tenía gran número de ideas que compartió con Teilhard, a quien citaba frecuentemente en sus conferencias. En este periodo Teilhard tuvo gran interés por la literatura moderna y su “filosofía de la aceptación” y también en esa época se gestó su libro “El Medio Divino”.
La influencia que Teilhard adquiría en el ámbito intelectual francés empezó a inquietar a los obispos conservadores franceses, informando a los superiores del Vaticano, quienes a su vez presionaron a los jesuitas para que lo silenciaran. El jesuita superior general era por entonces Vladimir Ledochowski, un antiguo militar austriaco, que abiertamente estaba del lado de la fracción conservadora del Vaticano. Finalmente, Teilhard firmó el documento el 25 de julio de 1925, en los términos solicitados por Roma, abriendo las puertas para silenciarlo y enviarlo a China, cerrándole a una gran parte del mundo intelectual, mayoritariamente de habla hispana. Esto sucedía la misma semana en que en Tennessee ( USA) se desarrollaba el “Juicio de Scopes” donde se validó la teoría de la evolución.